Entrepierna perfumada

 

Las promesas de las jabones íntimos


No puedo con los anuncios de “jabón íntimo” para mujeres. Me causa escozor (¡ja!) la idea de que las mujeres estén buscando productos para acabar con los “malos olores” en sus genitales que, para colmo, ahora no se llaman vulva o vagina, sino que responden al eufemismo de “zona V”.

Hoy podemos encontrar diversos productos en el mercado para lavar esa área del cuerpo y mantenerla “fresca todo el día”. Al menos esa es la promesa de la publicidad.

Algunos de estos jabones van más allá de la higiene y dicen “aclarar” la zona, y yo digo: ¿aclarar respecto a qué? ¿Y hasta dónde?

Una más de las opciones promete reducir el vello púbico para que una ya no se tenga que “depilar tan seguido”. Le juro que me dan escalofríos cuando veo pronunciar esta frase a chicas que no llegan a los veinte años. ¿Por qué diantres querría una adolescente depilarse la zona púbica? Quizás porque el vello, que sirve como barrera contra los microorganismos, hoy se considera sucio e indeseable.

Una tercera clase de limpiador íntimo asegura “reafirmar” la entrepierna. ¡Auxilio! ¿No tenemos ya suficiente con los muslos, las pompas, el vientre, los pechos, la papada, las mejillas y los párpados? ¿Ahora también tenemos que reafirmar la vulva? Aunque ahora que lo pienso, suena bastante lógico porque si ya no vamos a tener vello ahí y la piel de la vulva va a quedar tan tersa como para hacernos selfies, no está de más una restiradita. Santo cielo, alguien pare esto por favor.

Todo esto pienso cuando veo publicidad al respecto. Imagínese mi contrariedad cuando hace unos días, entre sueños, escuché un comercial de televisión que anunciaba uno de estos shampoos –que también así les llaman– y culminaba con bombo y platillo: “¡Ahora en su versión para niñas!”.

¡¿Qué?! Ahora quieren arriesgar la salud de las niñas para evitar, desde tempranas edades, que haya “olores”. Y digo que arriesgan su salud porque por toda la web se pueden ver opiniones de mujeres que denuncian haber terminado con tremenda irritación de la mucosa vaginal después de usar algunos de estos limpiadores.

Uno de los argumentos de los productos de higiene íntima es que previenen infecciones porque balancean el PH vaginal, dado que los jabones comunes lo alteran. Un argumento bastante endeble si nos ponemos a armar estadísticas sobre con qué jabones nos hemos bañado las mujeres de este país a lo largo de nuestra vida y cuántas veces estos hábitos han sido la causa de infecciones genitales.

Lo que hay detrás de esto es, sí, mercadotecnia, esa que crea una necesidad para que el producto la satisfaga. Pero también es evidente que esa mercancía no encontraría consumidoras si no nos hubieran convencido de que apestamos y lo mejor que podemos hacer por las otras personas es acabar con esa peste.

Y no me malentienda, claro que tenemos un olor, pero ¿es que los genitales masculinos no huelen? ¿No sudan, no producen sustancias lubricantes? ¿No poseen capas protectoras contra las bacterias? ¿No acumulan orina? ¿Por qué, entonces, los hombres no gozan de esta vasta gama de productos de higiene íntima? ¿Acaso nosotras no percibimos esos olores cuando estamos con ellos en la intimidad?

Yo nada más digo: cuidado con esa publicidad engañosa que, aparte de hacernos sentir avergonzadas de nuestro cuerpo –parece que nunca lo lavamos lo suficiente–, puede arriesgar nuestra salud y, de paso, nuestro bolsillo, al tirar el dinero a la basura en busca de una promesa que no se va a cumplir.

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JCA