Es sábado, llega y a dormir

 

El fin de semana es insuficiente para descansar


Es sábado y el cuerpo lo sabe. Para hombres y mujeres que diario salen a trabajar de la periferia urbana hacia la ciudad de México, incluso los sábados, el fin de semana es insuficiente para descansar. Irenia lo sabe. Habita en Ciudad Lago, de donde cada mañana sale al despuntar el sol, o entre las tinieblas, de acuerdo con la estación del año y el horario vigente.

El sábado, a las 3:00 de la tarde checa su tarjeta en el despacho donde es eficaz secretaria y se despide de sus compañeros.

Emprende el penoso retorno a casa: del Metro Zapata, línea verde, hacia la rosa, transborda, baja en San Lázaro y ocupa un sitio en la línea verde para llegar a la estación Nezahualcóyotl, donde desciende, aborda un taxi local que la deja a la entrada de su domicilio, ubicado en el municipio mexiquense del mismo nombre: Neza, Ciudad Lago, colonia que se desarrolló en las cercanías de las miasmas del río Churubusco y del fragmento del lago de Texcoco que agonizaba hasta convertirse en la Alameda Oriente.

Erasmo, su pareja, está por llegar. Irenia lava el rostro, acomoda su pelo, revisa la casa. Su hijo Alan volverá hasta el otro día, tras la visita a los antros con sus amigos. Consiguió asilo con uno de ellos para dormir y no exponerse a la violencia urbana nocturna.

“Hoy toca”, bromeó la noche anterior ella con su marido, antes que éste fuese a cubrir su turno nocturno. Escucha girar la llave de la cerradura. Erasmo está de vuelta, arroja su abrigo sobre el sofá, desanuda la corbata y se desploma sobre un sillón. “¿Un traguito de tequila?”, sale Irenia de la cocina. “Mejor un vaso de agua.

Vengo que me caigo de sueño”. “¿Agua? Pues qué aguado”.

Cuando vuelve a la sala, Erasmo duerme.

Ella siente el impulso de lanzarle el agua al rostro, pero el timbre del teléfono la distrae.

Es su prima Emeria, cómo has estado; sí, ya llegué hace una hora, como a las 6:00 de la tarde. Sí, ya está aquí, y duerrrme, Emeriaaa: rooonca, Emeria!

–¡Yujuuuuu! Vente a la casa y traes las guamas…

–¡Y vaya que me hacen una falta, Emeriaaa! Mi hombre roncaaaa, y ¡yo desvestida y alborotada!

Emeria, Erasto, Irenia, su hijo, habitan la periferia de la Ciudad de México, la cual, según el Programa Nacional de Desarrollo Urbano 2014-2018, para 2030 tendrá la misma población que en los 40 años anteriores. Lo cual sería maravilloso, sólo para el mismo año, “la Zona Metropolitana del Valle de México pasará de los 20 millones 693 mil 689 habitantes actuales a 22 millones 359 mil 649 habitantes. El Estado de México, donde actualmente habitan 11 millones 663 mil 726 personas, tendrá en 2030 13 millones 692 mil 500 habitantes. En cambio, el Distrito Federal prácticamente tendrá la misma población, incluso menos: de los 8 millones 854 mil 600 habitantes actuales, Conapo estima que para 2030 tendrá 8 millones 439 mil 786 habitantes. Lo anterior demuestra que el crecimiento desmesurado de la mancha urbana no tiene freno”.

Lo anterior, informan Sergio Heisinger y Leonardo González Tejeda en el blog “Urbanismo”, del portal centrourbano.com, al comentar el Programa Nacional de Desarrollo Urbano 2014-2018, que proyecta las duras cifras relacionadas con la zona metropolitana de la ciudad de México, donde Irenia y Emeria conversan:

–¿Estás cenando?

–No, estoy bronqueando

–Mal hecho, vente y trae las caguamas…

–Imagina. Apagada la luz. Él en su sillón ronca y ronca. Iré a mi cama, él a la suya ¡porque tiene sueño! Y yo como mujer le creí que Hoy Toca, ¡pero él ronca, te lo juro, roncaaaa!

–Háblale, que se despierte.

Quiéranse…

–¡TIENE SUEÑO! Yo no, ni trabajé en la semana, ni me canso, ni lavo, ni plancho… Me puse mi más atractiva ropa interior, lencería fina. Atravesé la ciudad, surqué los mares de gente, los ríos de carros y camiones. ¡Pero él tiene sueño, ¿tú das crédito!? Y apenas oscurece.

–Bueno, caso difícil… Quizá es depre… Échale porras.

–No lo puedo creer

–Recuerda que se va toda la noche al tiempo extra… Relax.

–Hoy no irá, por eso aceptó: vamos a dormir hoy.

–Cumplió. Duerme mi primo.

–Sí, estoy tan emputada, Emeria. Ya ronca.

Y yo escuchándolo. No tengo sueño

–Puedes leer… escribir… Ocupar una mano amiga.

–Sí, eso haré. Qué puta situación.

Disculpa. Cuando te digo ¡Emeriaaa! es que me está llevando Pifas. Disfruta tu noche. Yo la sufriré. Gracias… ¡Emeriaaa!

Irenia cuelga el teléfono. Siente que le invade la desolación. Oscurece. Afuera, en algún sitio cercano, el Sonido Sonidero da las noches a la apreciable gente bonita que nos acompaña para celebrar a Lula y Pedro, que hoy unieron sus vidas y destinos para formar una familia y ser felices, bomba; tenemos para ustedes una gran selección de bonitas melodías que esperamos sean de su agrado y los animen a levantar polvadera. Iniciamos con la Marcha de Aída, y pedimos a los papás de los novios hagan favor de ir al centro de esta pista para que el baile dé comienzo. ¡Viene de ahí!

Irenia toma de un golpe el caballito de tequila, apaga las luces restantes y cambia su lencería de marca por la pijama mata pasiones: en balde todo, ¡TIENE SUEÑO! Yo no, ni trabajé en la semana, ni me canso, ni lavo, ni plancho… Da un portazo para encerrarse.