Estado de sospecha

 

Vivimos un tiempo de prueba para la nitroglicerina social


Ni modo, a lo mejor sólo es mala suerte. Incluso mientras llegan los informes técnicos y otorgando el beneficio de la duda como si fuéramos un país estable con instituciones confiables, vamos a suponer que realmente todo estaba bien en el Paso Exprés de Cuernavaca.

Vamos a suponer que se cayó porque esas cosas pasan. Aunque es una pena que entre la mala suerte de nuestros socavones institucionales -los físicos y los morales- siempre mueran los inocentes.

Tal vez sea una cuestión de la vida, pero lo que no sé es si alguien en su sano juicio está midiendo cómo va subiendo la presión popular.

Y es que, frente al estado de alarma de la sociedad y los niveles de violencia existentes, no importa el ajuste estadístico que se quiera hacer, no importa cuántas manitas de gato quieran dar para justificarse y decir que en otro momento la situación estaba peor.

Porque un crimen siempre es un crimen, ya sea perpetrado por los narcos o por cualquier otra explosión social.

Pero como si eso no fuera suficiente para tener un país asustado y preocupado, ahora tenemos al nuevo Sistema de Justicia Penal que está por sacar a miles de reos a las calles.

Con todo eso cada vez que usted pase por una carretera o por una obra pública imagínese cómo va a quedar el milagro del nuevo aeropuerto. Porque aunque sea un consuelo que lleguen a rescatar su auto, lo malo será que seguro usted morirá y no sabrá muy bien si fue porque el presupuesto no se usó como se debía, porque no se utilizaron los materiales adecuados o porque somos un pueblo con mala suerte.

Pero a cambio de eso hay gente a la que le va muy bien, y es que ahora con el reciente descubrimiento del macroyacimiento petrolero frente a las costas de Tabasco, ese nuevo Cantarell, esa nueva esperanza nos podría conducir una vez más a la cultura de la abundancia, ya que por razones del destino el hallazgo lo hizo un consorcio que le pertenece a los parientes del expresidente Salinas.

Al parecer la justicia es ciega y la suerte también, ya que en vez de premiar con ese yacimiento a los sectores más débiles de nuestra sociedad, el cielo o la firma torcida de un alto funcionario -porque hay quien sí sabe hacer las cosas y los demás somos una bola de pendejosconcentrará esos beneficios para unos cuantos políticos y empresarios.

Vivimos un tiempo negro, un tiempo de sospecha, pero sobre todo es un tiempo de prueba para la nitroglicerina social. Y es que, el gobierno y los partidos políticos deberían tener un experto que mida la acumulación de la presión y del hartazgo de la sociedad con el fin de dimensionar el alcance de la explosión que el pueblo de México ya está por detonar.

@antonio_navalon