Falsa realidad

 

Si uno mira al presidente Trump y a esa moda que ha empezado a centrar toda la actuación política sobre las fake news, uno puede entender mejor esta era en la que vivimos


Si uno mira al presidente Trump y a esa moda que ha empezado a centrar toda la actuación política sobre las fake news, uno puede entender mejor esta era en la que vivimos.

Muchas veces me pregunto si son fake news o fake president, pero la verdad es que ese fenómeno no es nuevo y le ha pasado a todos los presidentes que no les gusta la realidad.

La presidencia exige la sabiduría de los dioses en el sentido de ser capaz de superar todas las deficiencias humanas y saltar por encima del muro de aquellos que sólo tienen como objetivo aprovecharse de ti, usarte y presionarte.

Estoy de acuerdo con el presidente Peña Nieto, deseo que mi país y mi sociedad no esté enferma de fake news, ni de todas las debilidades que se producen en esta lucha que tienen los gobernantes con los pueblos, en la que los primeros creen saber lo que nos hace felices y, por lo general, eso dista mucho de la realidad.

Ahora para una gran parte del pueblo mexicano, el rimbombante eslogan del gobierno, “lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”, es un fake news.

Para otros es un eslogan de una situación que no precisamente perfila al pueblo de México como ingrato, porque los pueblos tenemos la obligación de servir más y más a nuestros gobernantes, y cuando ellos entran en la paranoia de hablar una y otra vez de un programa de seguridad que nunca funciona, de objetivos de reparto social que nunca llegan y de luchas contra la corrupción y la impunidad que jamás se producen; pues naturalmente los pueblos también señalamos que las cosas buenas no se cuentan, pero cuentan mucho.

Fake news no son sólo las que provocan tanto ruido en las redes sociales. Fake news no son sólo las que producen presupuestos indecentes e ingentes con tantas necesidades sociales para hacer propaganda.

Fake news representan muchas cosas, pero sobre todo el hecho de no entender que en cualquier poder es necesario contar con capacidad de autocrítica y de humildad, y aunque a uno le paguen y lo pongan para decir la última palabra sobre lo que le conviene al país, hay que tener el oído abierto y sensibilidad para escuchar lo que el pueblo realmente quiere y necesita en cada momento.

Para hablar y ser como Donald Trump, hay que ser Donald Trump. Y es que, sólo él puede tener esa vehemencia que significa su permanencia en la Casa Blanca mientras va señalando fake news, aunque él sea el principal personaje falso de la película.

Mientras tanto los demás debemos ser más prudentes porque muchas veces no es que el gobierno sea fake, sino que la soberbia, los intereses y la cerrazón hacen que se vaya apostando o invirtiendo en cosas que son para el pueblo, pero que en realidad al pueblo no le interesan.