Fantasías sin política

 

Hablemos mejor de cine porque de política nada nuevo sucede


La pelea por los fondos públicos entre políticos se ha hecho tan vulgar, que debemos concluir que no se trata –nunca se ha tratado– de un servicio público, sino de chambas en las que ideología y decencia estorban.

Hablemos mejor de cine porque de política nada nuevo o no previsto sucede. Es el día a día y eso muestra los sótanos donde actualmente nos movemos los mexicanos, un país y una población sin aparente redención. Si alguien sabe lo contrario, por favor ayuden a este desesperanzado ciudadano.

Tantos premios, tantas menciones positivas, decidí respirar un poco de oxígeno y asistir al cine. Olvidé que gracias a Ternurita y a su Mueller de cabecera nos acostumbramos a aspirar toda suerte de gases tóxicos hoy, base fundamental de nuestro sistema.

Coco, infame parodia del Día de Muertos con presentación muy “disneyana” en la que hay una ausencia real del pesar por los idos, y tampoco se encuentra la devoción de los vivos por aquellos seres que les dieron vida.

Tanto se habló de la parte que rompió el corazón de los espectadores, que me pasé media función mirando furtivamente a las damas que bostezaban o comían palomitas. Algunas impúdicas se empacaban enormes hamburguesas, y hasta vino gozaron.

A mi parecer, un fraude bien montado sobre la débil mente de mis paisanos, cada día más añorantes del Imperio y más deseosos de transformarse en una estrella más y no precisamente de Televisa.

El Gran Showman. Para quienes tuvimos el privilegio de presenciar esa extraordinaria época del cine que mostraba los grandes espectáculos bailables y musicales, la que ahora presentan como algo fuera de lo común, no es sino una triste parodia.

Cero voces apreciables, ni un solo bailarín ejemplar. Cuenta la historia del nacimiento del circo Barnum con guión mediocre, previsible, girando alrededor de una familia y con la solidaridad perruna de sujetos dignos de exhibición como fenómenos, pero nada más.

Con un agravante, en ciertas partes y con el pretexto de la música, el volumen es tal, que no deja dormitar. De plano no se vale; sin embargo, creo que no es causa para la devolución de las entradas.

Y peor, la cita es a la hora X y la cinta empieza a correr media hora después. En el ínterin, anuncios de futuros estrenos, de los autos del siguiente año, de los hoteles más bellos para vacacionar con tu pareja y, si no hay mejor, pues hasta con tu familia.