Fiscal electoral a modo

 

Lo previsible es que los conflictos de interés sean la constante


Sin lugar a dudas cada día que pasa nuestra clase política nos entrega nuevos indicios de que siguen alejados de las aspiraciones primordiales de los mexicanos, y caminan en sentido contrario al interés público.

Y no es que tenga algo en particular contra las decisiones de esos hombres y mujeres que elegimos como senadores para que hicieran leyes justas y sin intereses particulares, pero habrá que señalar que entre lo óptimo y lo necesario hay mucha distancia, y esta vez tenemos que aceptar que nos equivocamos al elegir a quienes no están dispuestos a jugársela con el México de los simples mexicanos.

Esta vez, como todas las anteriores, los mexicanos cometimos una grave equivocación, y seguramente la habremos de pagar caro en los siguientes años, o hasta que surja una nueva generación de políticos más conscientes de nuestras necesidades como sociedad, y más cercanos a las aspiraciones de un pueblo ávido de encontrar el camino para intentar construir condiciones de mayor equidad, y una clase política menos rapiñera que la que por desgracia detentamos en estos tiempos.

Después de tantas discusiones acerca del perfil que deberían tener aquellos que por la razón del encargo, y en el que sus decisiones seguramente afectarán a todos los mexicanos, los acuerdos camerales caminaban hacia personajes alejados de los intereses políticos, y más cercanos a esa sociedad tan ávida de resultados en el combate a la indecencia que hace muchos años se apoderó de nuestra clase política, y que nos ha granjeado una serie de escandalosos hurtos del dinero que aportamos todos para el sostenimiento del aparato burocrático del Estado.

Con 64 votos de los tricolores, verdes y uno que otro blanquiazul vendido o comprado, el Senado de la República aprobó las propuestas del senador independiente Manuel Cárdenas, que abren la posibilidad a que no tan sólo los políticos puedan aspirar a ejercer el cargo de fiscal electoral, sino también aquellos que hayan detentado cargos de elección popular o de dirigencias de partidos. Para decirlo más claro, el fiscal que vigilará la siguiente elección puede ser incluso quien haya sido un dirigente partidista.

No sé si esta decisión sea la mayor muestra de cinismo de una clase política que hoy muestra y demuestra una vez más que está muy alejada de las aspiraciones de los mexicanos, y que sigue empecinada en apropiarse de los últimos resquicios de una sociedad lastimada, ofendida y burlada por sus representantes populares. Hasta ahora los intereses más preciados para esa clase política que se piensa merecedora de todo, son el hurto, la rapiña, el robo y la apropiación del espacio que debería ser detentado por la misma sociedad.

Lo previsible es que los conflictos de interés sean la constante en el futuro político y social de este país, y que la impunidad se fortalezca porque hemos llegado al paroxismo del cinismo de una clase política que tiene todo, menos clase. Pobres instituciones, pobres mexicanos, pobre país, porque los negros nubarrones del hurto, el robo y la rapiña se ciñen con fuerza en la tez de los mexicanos. El círculo de la impunidad ha sido cerrado. Al tiempo.

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