Fosas, la verdad oculta

 

Un informe oficial de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos arroja la espantable cifra de mil 307 fosas clandestinas en donde fueron encontrados y exhumados restos de 3 mil 926 cuerpos humanos


Un conteo no oficial reportaba, en febrero de 2011, el hallazgo de más de 800 cadáveres en unas 125 fosas clandestinas en 21 estados de la república. Hoy, siete años después, un informe oficial de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos arroja la espantable cifra de mil 307 fosas clandestinas en donde fueron encontrados y exhumados restos de 3 mil 926 cuerpos humanos, la mayor parte con señales de tortura y tiros de gracia.

Se trata de conteos sistemáticos, con bases hemerográficas, que abarcan desde 2007 hasta agosto de 2018.

La contabilidad no incluye los 174 cadáveres que fueron reportados el fin de semana en la comunidad de pescadores de El Arbolillo, en el municipio de Alvarado, Veracruz. Allí mismo, en marzo de 2017, ya habían sido ubicados 47 cráneos, entre los cuales estaban los restos de tres marinos ejecutados en el puerto de Veracruz. Esto significa que las de El Arbolillo eran fosas clandestinas para depositar víctimas de otras regiones del estado, pero inhumadas clandestinamente allí.

Veracruz se disputa el primer lugar en el país con este tipo de entierros secretos, masivos, junto con Tamaulipas, Torreón en la Comarca Lagunera, Jalisco y Guerrero. Los autores de las masacres y las inhumaciones ilegales ya no cuidan detalles de sus crímenes, pues en El Arbolillo fueron halladas unas 200 prendas de ropa, credenciales, calzado y otras pertenencias que ayudarán a las familias a identificar a los suyos, si es que fueron confinados en ese lugar.

Los colectivos de búsqueda no dejan de repetir el lema de “vivos los llevaron, vivos los queremos”, pero acuden a los sitios en que son descubiertas fosas clandestinas con cadáveres y entregan muestras de ADN para compulsarlas con las que los forenses obtengan de los restos enterrados.

Con ser tan descomunal el número de cuerpos descubiertos hasta ahora, el propio gobernador Miguel Ángel Yunes Linares no descartó la posibilidad de hallar más víctimas, pues se sigue escarbando en los alrededores. Durante los primeros días se mantuvo en secreto el lugar del macabro hallazgo en razón de esos trabajos de búsqueda, precisamente.

Se dio con los cuerpos gracias a la confesión de uno de los autores de los entierros, desde la cárcel en que se encuentra. El otro hallazgo masivo en Veracruz ocurrió en 2016, en Colinas de Santa Fe, cerca de las aduanas del puerto, por denuncia anónima. Van cerca de 300 cuerpos descubiertos, pero las autoridades no cuentan con recursos para comparar las muestras.

Durante el gobierno de Javier Duarte se extrajo sangre a personas que buscaban a sus desaparecidos. Fue un gran engaño.

Solamente existen algo más de 276 muestras confiables de las miles que se tomaron. En cuatro años, autoridades veracruzanas habían ubicado 6 fosas clandestinas y, en menos de medio año, los familiares reportaron 90 halladas por ellos mismos, sin ayuda del gobierno.

El agente del Ministerio Público Pedro Huesca y su secretario Gerardo Montiel fueron las primeras víctimas identificadas en fosas de Colinas de Santa Fe, porque fueron inhumados con todo y las credenciales que traían en los bolsillos.

Lo absurdo de esta crisis humana y el acostumbramiento a sus réplicas en todo el país es que ni siquiera se avisó a los familiares de los hallazgos de El Arbolillo, sino solo a la prensa, lo que “muestra el distanciamiento de la fiscalía con las familias y un acto más de desdén a las víctimas”, estimó el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia.