Fracasados

 

No hay esperanza en los que están, ya se van y nunca fueron eficientes. Fracasaron. Esperemos un mejor desempeño de los próximos gobernantes


Rubén Lara León

“ La Ciudad de México no será asiento de delincuentes”, declaró solemnemente el encargado del Gobierno, y los invitó a no asentarse por aquí. Malas noticias: no le hicieron caso, se aprovecharon de su ingenuidad, o tal vez de su descaro, y hace rato se adueñaron de este territorio. Aquí roban y extorsionan por todos sus rumbos, asaltan impunemente en restaurantes baratos y caros, fijan cuotas para toda actividad, desde los boleros en plazas públicas, hasta los comederos y antros más exclusivos de Polanco. No lo digo yo, lo denunciaron con toda claridad los dueños de esos negocios.

Matan a la luz del día. En Narvarte y en Las Lomas, en Tepito o en la Del Valle. La policía suele estar coludida. Tampoco es mía la afirmación. Lo dijeron las fuerzas federales cuando no avisaron a sus colegas locales el plan de captura de un poderosísimo capo, pues tres veces abortó la operación por pitazos provenientes de sus filas, hasta entonces pudieron apresarlo.

Al igual que en otras ciudades minadas por el crimen, aquí también aparecen descuartizados, encajuelados y torturados, y no en las afueras, en pleno centro de la urbe.

A dos cuadras de las oficinas del encargado del Gobierno, se controla toda operación, cualquier movimiento. Se cuestiona, a veces con la amenaza de las armas, la presencia de cualquier “extraño”, lo cual destaca el dominio de estos grupos hasta en los mínimos detalles de la vida ordinaria de la ciudad. Si no sabe quiénes son, haría bien en leer cotidianamente a Héctor de Mauleón, quien con toda regularidad, a riesgo de su integridad, señala en El Universal, nombres, alias, direcciones y calles asignadas a los delincuentes.

No hay esperanza en los que están, ya se van y nunca fueron eficientes. Fracasaron. Esperemos un mejor desempeño de los entrantes.