Gaudete et exsultate

 

La tercera exhortación apostólica de Francisco, publicada el pasado 9 de abril, es una guía para alcanzar la santidad en cinco capítulos


La tercera exhortación apostólica de Francisco, publicada el pasado 9 de abril, es una guía para alcanzar la santidad en cinco capítulos. Aquí, una selección de entre sus 177 párrafos:

I) El llamado a la santidad

–Los santos que nos alientan y acompañan:

Quizá su vida no fue siempre perfecta, pero aun en medio de imperfecciones y caídas siguieron adelante y agradaron al Señor.

–Los santos de la puerta de al lado: La santidad de la Iglesia militante, de aquellos que viven cerca de nosotros y son reflejo de la presencia de Dios.

–El Señor llama: que cada creyente discierna su propio camino y saque lo mejor de sí, aquello que Dios ha puesto en él.

–También para ti: Todos estamos llamados a ser santos viviendo con amor y ofreciendo testimonio en nuestras ocupaciones.

–Tu misión en Cristo: Déjate transformar, renovar por el Espíritu, para que todo sea posible, y tu preciosa misión no se malogrará.

–La actividad que santifica: Que cada instante sea expresión de amor entregado bajo la mirada del Señor.

–Más vivos, más humanos: Llegarás a ser lo que el Padre pensó cuando te creó y serás fiel a tu propio ser.

II) Dos sutiles enemigos de la santidad: Dos falsificaciones de la santidad son las herejías del gnosticismo y pelagianismo.

III) A la luz del Maestro

–A contracorriente: Las bienaventuranzas no son algo superficial, pues sólo podemos vivirlas si el Espíritu Santo nos invade y nos libera del egoísmo.

–El gran protocolo: Si hemos partido de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse. La defensa del inocente que no ha nacido debe ser clara, firme y apasionada.

IV) Algunas notas de la santidad en el mundo actual: Son cinco grandes manifestaciones del amor a Dios y al prójimo.

–Aguante, paciencia y mansedumbre:

Desde la firmeza en Dios es posible soportar las contrariedades y agresiones de los demás, sus infidelidades y defectos.

–Alegría y sentido del humor: Hay momentos duros, tiempos de cruz, pero nada puede destruir la alegría sobrenatural, que nace de saberse infinitamente amado.

–Audacia y fervor: Reconozcamos nuestra fragilidad, pero dejemos que Jesús la tome con sus manos y nos lance.

–En comunidad: Es difícil luchar contra la propia concupiscencia y las asechanzas del demonio si estamos aislados.

–En oración constante: La santidad está hecha de una apertura a la trascendencia, que se expresa en la oración y en la adoración.

V) Combate, vigilancia y discernimiento –El combate y la vigilancia: Es una lucha constante contra el Diablo, que no es mito, ni símbolo, ni una idea.

–El discernimiento: Si lo pedimos al Espíritu Santo, y nos esforzamos por desarrollarlo con la oración, reflexión, la lectura y el buen consejo, creceremos en lo espiritual.

Que María corone estas reflexiones… 

Es la santa entre los santos, la más bendita, la que nos enseña el camino de la santidad y nos acompaña.