Generación: homenaje a los guaguás

 

Decenas de amantes de los canes fungieron como colaboradores para la edición de la revista


En la plaza de La Romita, Carlos Martínez Rentería convocó a presentar el reciente número del esfuerzo colectivo que encabeza: la revista Generación; en la portada luce un sello: “29 aniversario” y el tema que sus colaboradores desarrollaron: “En la ciudad de los PERROS… Seguimos vivos”. Poemas, crónicas, cuentos, trozos de trazos de ilustradores (Arcos, Soriano, Iglesias y Salgado) tuvieron acomodo en esta edición gracias a Martín Sánchez, diseñador.

Carlos se dio a la tarea de convocar a los colaboradores: “¿Te gustaría escribir un texto con el tema de los perros para la revista?, casi cerramos edición: unas tres cuartillas; no pagamos, pero te invito unos tragos; abrazo”. Así de sencillo, y la gente se emperró y tundió al teclado y le pegó con fe a las plumillas sobre el papel, y algunos el moco les aflojo y lágrimas acudieron al recordar al que ya no está con nosotros, ese animal que la Wiki presenta como perro doméstico o can; mamífero carnívoro de la familia de los cánidos, que constituye una subespecie del lobo.

Y los fotógrafos también aportaron para que el número 110 de Generación otorgara al lector diversas facetas del mejor amigo de la bestia: el guaguá, que se dejó querer y atrapar por el ser humano para ser su “mejor amigo” hace no menos de 14 mil años, según el portal Libertad Digital, que cita un estudio publicado en el Journal of Archeological Sciencie.

Humanos y perros, señala, fueron enterrados juntos desde la era paleolítica, lo que sugiere que hubo una relación única de cuidado entre ellos.

Como la de Martínez Rentería y Chewbacca, quienes compartieron una lata de chela durante la presentación donde participaron los poetas Fidelia Caballero y Armando González Torres, los reporteros Gabriel Santander y Perecru, y los performanceros Marissa Lara y Arturo Guerrero.

A la plaza de La Romita puedes traer a tu perro – confírmame, incitó Carlitos–. Y varios de los nombrados se personaron con sus respectivos guaguás, que durante el acto se lucieron con gruñidos, ladridos, olisqueadas de uno al rabo del otro. Como si supieran que se habían convertido en personajes periodístico-literarios. Rentería reconoció una grave ausencia en la revista: el “Discurso de José Revueltas a los perros del Parque Hundido”, que recrea en forma de poema atribuido a Enrique González Rojo Arthur una arenga del autor de El luto humano: Compañeros canes:/ Aprovecho esta concentración/ para tomar/ por asalto la palabra/ y decirles mi desdén, mi resistencia, mi furia/ por la vida de perros/ a que se les ha sometido/ y que ustedes aceptan sumisamente/ con una larga, peluda y roñosa/ cobardía entre las patas/ (animación en el parque).

Bastante animación en la plaza de La Romita, sitio con verde verdor de plantas; bancas donde sentarse a calentar la reuma; arbolitos que brindan fresca sombra cuando el Sol se pasa de tueste; miscelánea para engañar al hambre con frituras e iglesia con campanadas que irradian cierto aire pueblerino al área tomada por asalto con sillas para la concurrencia que este sábado reciente compartió con los hacedores de Generación y recibió para sus mascotas huesos y varitas de carnaza.

González Torres recordó que “tras su largo periplo de aventuras después de la guerra de Troya, Ulises regresó disfrazado de mendigo a Ítaca, dispuesto a tomar venganza de los pretendientes que asediaban a su esposa; ninguno de sus enemigos o allegados, ni siquiera su hijo o su mujer, lo reconocieron.

Solamente su viejo compañero de juventud, el perro Argos, que yacía bajo una mesa, decrépito, ciego y casi inválido, movió la cola e intentó levantarse para saludar a su amo, quien por primera vez en largos años de aventuras y desventuras derramó una lágrima ante la muestra de afecto de su devoto amigo”.

Perecru dijo que a los perros los carniceros no les quitan de encima el ojo.

Saben que aprovecharán el menor descuido para ir sobre la mercancía, y ay de aquellos a los que se dé alcance: terminarán con el lomo tasajeado o descuadrilados por certero machetazo. Si la libran, aprendieron a no cometer errores. Fidelia Caballero añadió: para algunos será una tontería, para otros no tanto, pero he estado llorando, así, con los ojos, llorando dolorosamente por tener un perro que me abrace, bese, un perro para abrazarlo, besarlo; que me mire con sus ojotes de perro.

Gabo Santander recordó a Anatole France, “muerto en el siglo XX, quien escribió algo que me parece subyugante: hasta que no hayas amado un animal, una parte de tu alma estará dormida.

Tiene razón. Mucha gente no ama a los animales no porque sufra ni anemia espiritual sino porque desafortunadamente no ha tenido la oportunidad”.

Y los perros siguieron su alboroto y sus olisqueadas al rabo ajeno, y la tarde dejó de amenazar con lluvia y los congregados en La Romita fueron en busca de un abrevadero, y no hubo nada que se los impidiera y cómodamente se instalaron a ingerir sus cebadillas y desde la calle, a lo lejos, llegaba el eco de algunos ladridos.