El motivo de la salida

 

El señor Trump supo aprovechar la circunstancia y el momento: vino, dijo, advirtió, y se fue


Mucho se ha especulado acerca de los motivos que tuvo el presidente Enrique Peña Nieto para aceptar la renuncia de Luis Videgaray Caso, quien hasta hace unos días era el hombre más poderoso del gabinete. Para decirlo más claro, el exsecretario de Hacienda y Crédito Público era el hombre de mayor confianza, y quien en muchas ocasiones daba instrucciones a los secretarios de Despacho.

Muchas razones se unieron para que hubiera una decisión de este tipo, pero sobre todo mucha madurez de parte del mismo Luis Videgaray, quien entendió que el yerro de la visita de Donald Trump le había provocado un severo problema de credibilidad a la maltrecha imagen del Presidente de la República.

No es lo mismo mantener finanzas sanas y disciplina fiscal que evaluar los costos de la visita del candidato republicano a nuestro país. Lo peor es, que nunca pensó que su decisión provocaría la crisis más costosa de cuantas se han presentado en los últimos meses, y que ha colocado al mandatario en el banquillo de los acusados, aunque también hay que reconocer que muchos oportunistas se han ensañado con tal de obtener reconocimiento periodístico.

Claudia Ruiz Massieu nunca se enteró que Donald Trump vendría a México, y mucho menos que sería recibido en la Residencia Oficial de Los Pinos. Se enteró cuando la embajadora Roberta Jacobson realizó el primer reclamo al subsecretario para América del Norte, Paulo Carreño King, y decidiera dar por concluidos los trabajos diplomáticos con la dependencia por instrucciones del Departamento de Estado.

El señor Trump supo aprovechar la circunstancia y el momento: vino, dijo, advirtió, y se fue. Lo aberrante es que la invitación a la señora Hillary Clinton se hizo después de la visita de Donald Trump, y por consecuencia decidió declinarla, con consiguiente costo político y la crisis de gobierno que se generó en el esquema gubernativo mexicano. Luis Videgaray resultaba insostenible después de la renuncia de Claudia Ruiz Massieu, quien había venido haciendo un aceptable trabajo al frente de las relaciones diplomáticas, y se tuvo que ir. El problema no es que Luis Videgaray se haya ido a su casa o a buscar trabajo en otra parte, sino el costo que tendrá que seguir asumiendo el presidente con la disminución de su credibilidad y aceptación en amplios sectores poblacionales, y la salvaje embestida mediática que ha venido sorteando en los últimos días. Lo previsible es que continúe con la depuración de su equipo de trabajo para construir el proyecto de salida.

Al tiempo.

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