Beltrones: canto del cisne en el PRIrasic Park

 

La política es el sinsentido de la realidad


El mensaje oculto detrás de la renuncia de Manlio Fabio Beltrones a la presidencia nacional del PRI estaría muy visible: el PRI no tiene remedio, ni cura, ni reforma. Y entre la palabrería del renunciante quedó también muy señalado el problema del partido: su dependencia del Presidente de la República.

El sonorense Beltrones representaba la última oportunidad para la reorganización del PRI que fundó el sonorense Plutarco Elías Calles: hombre fuerte, experimentado, con manejo sobresaliente de la información política, jefe de bancadas legislativas, operador en nombre del PRI con dos presidencias panistas de la República. Lo equiparaban con Frank Underwood de House of Cards: el moderno jefe máximo.

Beltrones era el último dinosaurio. Lo pusieron en el PRI para cohesionar, pero le redujeron espacio de movilización. La renuncia de Beltrones dejó al PRI sin fuerza ni poder, sin capacidad de maniobra ni justificación histórica.

El PRI había nacido para cohesionar a los grandes jefes revolucionarios, para mantener viva la oferta de la Revolución Mexicana y para organizar como masas partidistas a los sectores productivos. Pero el viejo PRI de Elías Calles, Cárdenas y Alemán fue desmantelado por el neoliberalismo de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo y los dos sexenios panistas.

El desafío del gobierno de Peña Nieto era la reconstrucción del PRI en el escenario de la desarticulación del sistema político, el Estado sin compromisos y la desectorización de las masas. Sin una estructura de relación gobierno-masas vía programas de desarrollo, el PRI perdió bases y votos.

El diagnóstico del PRI que dibujó Beltrones en su renuncia ante el consejo político mostró el tamaño del desafío para regresar al partido a una situación de competitividad. Hasta ahora el PRI había descansado sus victorias en su aparato electoral, pero la gran lección política del 5 de junio dejó ver que habrá situaciones en que el aparato electoral no bastará si no hay liderazgo político ni una nueva clase política priista.

En su renuncia, Beltrones fijó los dos principales problemas del PRI: la falta de un proyecto de nación que en el pasado fue el de la Revolución Mexicana y la dependencia del Presidente de la República. La caída de Beltrones reveló el fracaso de la organización del PRI como partido político moderno: nació atado al poder presidencial y todo indica que terminará como lastre.

El PRI echó a perder varias oportunidades de modernización: la salida de Cárdenas en 1987, la reforma electoral de 1992, el colapso de 1994-1995, la reforma del IFE de 1996, las derrotas legislativa y capitalina de 1997, las victorias presidenciales panistas de 2000 y 2006 y el consenso del Pacto por México de 2013. En 2015 y 2016 regresó como si nada y perdió.

El reto para el PRI-Presidente de la República es la reorganización del sistema político, pero sin tener las figuras de recambio. Los gobernadores de Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo fueron los iceberg que agrietaron el casco del PRItanic. Y los errores en el manejo autoritario de la Reforma Educativa, la falta de soluciones en la violencia criminal, la creciente insurrección social, la pérdida de sectores electorales corporativos y la derrota en el debate político dejaron al PRI en una entelequia sin correlación histórica.

Los hombres del poder aún no entienden que el PRI es el sistema político. Beltrones fue la última oportunidad del PRI: no lo dejaron ser pero el no quiso ser.


Política para dummies: la política es el sinsentido de la realidad.

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