EE.UU.: elecciones del imperio; Trump y Hillary, mismo proyecto

 

La política es la facilidad para mirar la realidad sin mirarla


Más allá de las expectativas que levantó el debate estadounidense por el perfil de los dos candidatos más importantes, el fondo mostró la clave de la elección de presidente en los EE.UU.: una competencia entre personalidades, no entre proyectos. Donald Trump y Hillary Clinton exhibieron el mismo rostro del imperio.

El debate exhibió que México fue sólo campaña electoral, porque los problemas de los EE.UU. son mayores a la relación con su vecino y que los migrantes.

Trump dejó escapar la argumentación de que el fracaso en la lucha contra el terrorismo internacional se localiza en el terrorismo islámico dentro del territorio estadounidense por fallas en la inteligencia interna.

Las dos caras del capitalismo imperial fueron exhibidas: la imposición de los intereses estadounidenses por encima de las responsabilidades como potencia mundial: el rostro populista de Hillary con programas asistencialistas que atendrán a algunos efectos de la concentración de la riqueza sin molestar a los ricos, y el rostro arrogante de Trump con el capitalismo expoliador empresarial que quiere cobrar la protección de seguridad a otras naciones que le interesan más a la Casa Blanca.

El debate quiso entenderse fuera de los EE.UU. como una expresión de interés internacional, pero en realidad se trató de una presentación de argumentos locales.

La realidad es bastante clara: la sociedad mundial no vota por la presidencia, aunque es la que padece sus comportamientos imperiales, lo mismo de Bush Jr. que del Obama deportador y promotor de beneficios para las corporaciones financieras que provocaron la crisis de 2008 pero que fueron salvadas por la Casa Blanca.

El sistema bipartidista estadounidense está diseñado para presentar dos caras de un mismo proyecto capitalista de consolidación del dólar y de expansión imperial. Trump y Hillary salieron a debatir para convencer a la mayoría silenciosa conservadora que votó por Nixon, Reagan y Bush Jr., pero también por los comportamientos belicistas de Clinton y Obama: la Casa Blanca es el centro del poder imperial y necesita a un imperialista al mando.

El único que había desentonado en el paraíso capitalista imperial era Bernie Sanders con su propuesta de socialismo democrático y de medidas radicales contra la apropiación de la riqueza por el 1% de ricos de Wall Street, pero en las primarias demócratas lo vencieron las estructuras de poder controladas justamente por la comunidad geopolítica que agrupa los cinco lobbies de dominación: militar-industrialfinanciero-de seguridad-y de producción de armas.

Los EE.UU. votarán por un monarca imperial que defienda el Olimpo. Obama prometió en Berlín en 2008 un mundo sin imperio y su gobierno fue el fortalecimiento del imperio expoliador, asesinando enemigos al margen de las leyes.

El saldo fue parejo: Hillary Clinton ganó en presencia y dominio de datos, aunque demasiado enredados y dirigidos a la élite minoritaria, y Trump salió victorioso porque no lo aplastaron y respondió a la mayoría silenciosa desinteresada en las contradicciones y atenta a la figura arrogante del poder.

The White House 2016: las encuestas abiertas y cerradas mostraron lo que ya se veía venir: la polarización de la sociedad estadounidense… Si bien Hillary se presentó como la candidata del establishment de altos funcionarios, Trump anunció apoyo de bases operativas de la estructura del poder…

El debate, por lo demás, dejó ver que el presidente Barack Obama carece de legado porque deja una nación más dividida, con más crisis, con mayor pobreza en minorías negras e hispanas, con más guerras y con más terrorismo.


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