Deflación, ¿necesariamente mala?

 

Esta deflación, ¿afectaría también a los salarios?


(Segunda y última parte)

Llama la atención que, por lo general, los bancos centrales tengan como tarea preservar el poder adquisitivo del dinero, y no, como pudiera parecer más conveniente, aumentarlo, lo cual supondría favorecer la deflación, algo que, consecuencia de la mentalidad keynesiana, que le encuentra ventajas a la inflación, ningún banco central apoya. Botón de muestra es el Banco de México, que fija metas de inflación, contrario a su mandato constitucional, que le ordena procurar la preservación del poder adquisitivo del peso.

Los banqueros centrales aceptan que (sobre todo más allá de ciertos límites), la inflación es mala y que la deflación (independientemente de su nivel) es peor, afirmación contradictoria, similar a decir que la borrachera es mala pero la sobriedad peor, algo imposible. Dado que borrachera y sobriedad son contrarias, si la primera es mala la segunda necesariamente es buena, no pudiendo ser peor. Inflación y deflación son también contrarias: si la primera es mala la segunda no puede ser peor, teniendo que ser mejor.

Y, sin embargo, los banqueros centrales prefieren un poco de la primera a cualquier cantidad de la segunda. ¿Por qué? A lo que deben oponerse los bancos centrales es a la deflación producto de una política monetaria contraccionista: reducción en la cantidad de dinero, reducción en la demanda agregada, sobreoferta generalizada, reducción generalizada de precios. Pero hay otro tipo de deflación que debería de permitirse: aumento en la productividad, aumento en la oferta de bienes y servicios, reducción generalizada de precios para incentivar la demanda y evitar la sobreoferta.

Este tipo de deflación es la que hace posible que la gente se beneficie de los aumentos en la productividad traducidos en menores precios. Esta deflación, ¿afectaría también a los salarios? No necesariamente, ya que todo ese círculo virtuoso, desde el aumento en la productividad hasta la baja en los precios, puede traducirse en un aumento en la demandada por trabajo de parte de las empresas lo cual, si resulta mayor que su oferta, presionará los salarios a la alza.

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@ArturoDammArnal