Jaque (no mate), gambito al rey y reorganización del 2018

 

El poder radica en la fuerza que se siente, pero no se debe ver


Arrinconado como ningún otro presidente, las decisiones de Enrique Peña Nieto no tuvieron sólo motivaciones por el affaire Trump sino que obedecieron al reposicionamiento de fichas para la designación del candidato presidencial priista del 2016: Luis Videgaray queda a disposición para el Estado de México (Edomex) 2017 y Luis Enrique Miranda sube presidenciable vía la Secretaría de Desarrollo Social.

Si bien todos culpan a Videgaray del tropiezo Trump, en realidad la decisión fue tomada y asumida por el propio presidente Peña Nieto. El vacío en la estrategia de comunicación social, política, de gobierno, institucional y presidencial fue el principal motivador de la crítica en las redes cibernéticas; con los movimientos en el gabinete, Peña fija el espacio local de atención política: la candidatura priista a la presidencia.

Los reconocimientos de Peña Nieto a Videgaray marcaron el espacio político de la circunstancia: Videgaray no va a ningún cargo y esperará los tiempos para la candidatura priista al gobierno del Edomex, con el dato de que las descalificaciones a Videgaray se dieron en las redes y no en la base electoral priista mexiquense.

Los reacomodos mandaron un mensaje: José Antonio Meade ya no sería presidenciable en la medida de su carencia de movilidad política personal; en cambio, el ascenso de Luis Enrique Miranda, lo coloca como otro presidenciable mexiquense en la lista. A Miranda se le puede aplicar aquella frase de Peña Nieto de que un candidato priista desconocido a fuerzas se hace conocido por el aparato del poder. Miranda ha sido el colaborador más directo de Peña en el área política. Se va de la lista presidencial un mexiquense (Videgaray) y llega otro (Miranda).

El sacrificio de Videgaray para tranquilizar los berrinches de Hillary Clinton tendrán que ser reevaluados si se cumple la posibilidad de que Trump gane las elecciones presidenciales. Pero con esa renuncia, el presidente Peña Nieto cierra el debate sobre el affaire Trump y pasa a la parte más importante de sus dos años de gobierno: gestionar personalmente la candidatura presidencial priista del 2018.

El movimiento de Miranda, por lo demás, le quita al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, una cuña que le incomodaba las negociaciones. En términos de fuerza institucional y de poder político, Osorio Chong se queda por lo menos en el corto plazo sin equilibrios porque en el ambiente político nacional se asumía la lista de aspirantes sólo en Osorio Chong y Videgaray. De ahí el ascenso del peñista Miranda a posición presidenciable.

Lo que falta es el ajuste con la canciller Claudia Ruiz Massieu Salinas, quien se dedicó a filtrar la responsabilidad de Videgaray en el caso Trump para presionar la salida del gabinete y a difundir como mecanismo de presión su renuncia entregada y no aceptada. Por lo pronto, sus muy bajas posibilidades de ser candidata presidencial pasaron a cero, aún si Hillary gana las elecciones porque en política, las traiciones de poder se pagan tarde que temprano.


The White House 2016: Hillary ya anunció que su esposo Bill no va a renunciar a la Fundación Clinton. Dos caricaturas demoledoras en la prensa estadounidense: la oficina Oval con Hillary, el escritorio lleno de billetes y junto a la silla del visitante un parquímetro para depositar monedas. Y Hillary en la Casa Blanca a las tres de la mañana contestando una emergencia, con la caja registradora para el dinero que debe llegar a la fundación.

Política para dummies: El poder radica en la fuerza que se siente, pero no se debe ver.

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