Acto consumado

 

La visita es un “acto consumado”, que para algunos casi no cuenta


El miércoles pasado el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, estuvo en Los Pinos, debido a una invitación expresa del Gobierno de México para dialogar con Enrique Peña Nieto en privado sobre migración y la relación bilateral de sus naciones.

Un hecho sin precedentes, tratándose de un candidato, y más cuando éste es precisamente el representante del partido opositor del actual inquilino de la Casa Blanca, además de que las encuestas lo posicionan muy por debajo de la representante demócrata, Hillary Clinton.

Bien, la invitación se concretó, el neoyorquino se tomó la foto con EPN, aunque no con la diplomacia que se esperaba, y ahora su agenda para dirigir al país más poderoso del mundo, bien parece ser también la nuestra, porque ahora sí “representa un riesgo para México y los mexicanos”.

El asunto aquí es que la diplomacia es un término que Donald Trump no conoce, y aquí mostró las dos caras de su moneda, que sobra decir que son casi idénticas, porque si bien observé al mismo empresario burlón y omnipoderoso que se ha mostrado en más de un año de campaña, también vi al mismo político neófito que piensa que la diplomacia no va con él sólo por el hecho de ser estadounidense.

Trump estuvo fuera de su zona de confort, de su país, lejos de sus simpatizantes, pero aunque en un principio se le notó un rostro distinto, luego de escuchar el discurso político de Peña Nieto, retomó sus aires de grandeza, para más tarde hablar frente a sus simpatizantes despotricando y ufanándose de que “México pagará el muro”.

La visita es un “acto consumado”, que para algunos casi no cuenta, pero para Donald Trump, para los mexicanos y para los republicanos cuenta mucho.

@plumavertical