Keynesianismo y bancos centrales

 

“El precio que hay que pagar a cambio de un mayor crecimiento de la economía es una mayor inflación”


Afirmación repetida por keynesianos y similares: “El precio que hay que pagar a cambio de un mayor crecimiento de la economía es una mayor inflación”, inflación que se calcula a partir de algún índice de precios (siendo el más socorrido el Índice de Precios al Consumidor), crecimiento que se mide por el comportamiento de la producción de bienes y servicios, que a su vez se mide, o por el Producto Interno Bruto (PIB, que se calcula trimestralmente), o por el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE, que se calcula mensualmente).

¿Hasta qué punto es cierta la afirmación de los keynesianos? Más allá de lo que la teoría responde (y la teoría responde que la mentada aseveración no necesariamente es cierta), ¿qué nos dicen los hechos? Analicemos lo sucedido en los últimos 12 meses, tomando como referencia septiembre, último mes para el que tenemos la información del IGAE.

En septiembre de 2015 la inflación anual fue de 2.52 por ciento. Un año después, en septiembre pasado, resultó de 2.97 por ciento, lo cual dio como resultado un repunte en la inflación igual a 0.45 puntos porcentuales, equivalentes a 17.9 por ciento. La mayor inflación, ¿dio como resultado una mayor crecimiento de la economía? Veamos.

En septiembre de 2015 la actividad económica creció, en términos anuales, y medida por el IGAE, 3.1 por ciento. Un año después, en septiembre pasado, el crecimiento fue de 2.0 por ciento, lo cual dio como resultado una disminución en la tasa de crecimiento de la actividad económica de 0.9 puntos porcentuales, equivalentes a 29.0 por ciento.

Al tiempo que la inflación repuntó 17.9 por ciento la tasa de crecimiento de la actividad económica se redujo 29.0 puntos porcentuales. Los datos, ¿avalan la afirmación keynesiana de que el precio que hay que pagar para lograr mayor crecimiento de la economía es una mayor inflación? Y todo lo anterior, ¿a cuento de qué? De la propuesta que amenaza al Banco de México y, por ello, a cada uno de nosotros. Continuará.