La capitulación

 

Ricardo Anaya y José Antonio Meade Kuribreña, prácticamente decidieron capitular ante el eventual triunfo del hombre de Macuspana


Por si alguien pensaba que una posible alianza entre los partidos Acción Nacional y Revolucionario Institucional era algo cercano con tal de detener a Andrés Manuel López Obrador, pareciera que las cosas no terminarán bien para ninguna de las dos fuerzas políticas. Lo ocurrido la noche del martes en Mérida, con la reafirmación de Ricardo Anaya en el sentido de que si es elegido Presidente de la República iniciará una investigación contra Enrique Peña Nieto por todos los casos de corrupción que se han dado durante su sexenio, y si se le encuentra culpable no tendrá empacho en meterlo a la cárcel.

Sin lugar a dudas este posicionamiento del señor Anaya responde a las andanadas de la Procuraduría General de la República por la investigación que realiza en su contra por lavado de dinero, y aunque está probado y comprobado, difícilmente será molestado por el pétalo de una orden de aprehensión por la simple razón de que detenta fuero. Pero también es cierto que a partir de septiembre ya no habrá quien lo proteja, y corresponderá a quien gane la Presidencia de la República tomar la decisión de hacerlo o no.

Si algo tenemos en claro los mexicanos es que el señor Anaya ha cometido muchos errores en esa búsqueda por justificar su estilo y forma de vida, los bienes que posee, y su capacidad adquisitiva, pero sobre todo, para explicar fehacientemente su inusitada riqueza, porque por muy legislador que haya sido, nuca ha tenido un cargo ejecutivo que lo haya hecho ganar una buena cantidad de dinero.

Para decirlo de otra forma, nadie siendo diputado, senador, o presidente de partido, alcanza a ganar en un corto tiempo más de 30 millones de pesos.

Ricardo Anaya no tiene forma de justificar su riqueza, como tampoco la tienen la inmensa mayoría de los hombres y mujeres que se han detentado cargos legislativos o en la administración pública centralizada o descentralizada.

Es más, el hombre que lleva 18 años disponiendo del dinero público para hacerse con la Presidencia de la República, tampoco puede explicar la adquisición de una casa en La Toscana, la zona más cara de Lomas Altas en la Ciudad de México, ni los bienes que a través de los años han adquirido sus hijos.

Todo eso quiere decir que uno de los mejores negocios que hay en este país es dedicarse a la política, porque lo menos que se puede ganar es una cantidad de dinero que sirva para los tiempos difíciles.

Pero regresando a la posibilidad de una alianza entre el segundo y el tercer lugar en las preferencias electorales, habrá que decir que después de observar el odio profundo que existe entre Ricardo Anaya y los tricolores, no creo que puedan encontrar puntos de coincidencia para unirse y detener a López Obrador.

Para decirlo más claro, ambos personajes, Ricardo Anaya y José Antonio Meade Kuribreña, prácticamente decidieron capitular ante el eventual triunfo del hombre de Macuspana, y en el pecado llevarán la penitencia. Es más, quizás en el pecado llevaremos la penitencia la mayor parte de los mexicanos porque lo que seguirá pudiera ser una de las más grandes pesadillas de la historia del país, o bien una nueva mística para hacer política en este México tan nuestro y tan destrozado por esos que dicen llamarse políticos. Al tiempo.