“La Carta de Jesús”

 

¿ Es verdad que Jesús escribió una carta..?


¿ Es verdad que Jesús escribió una carta..? si lo es, como lo documenta el historiador Eusebio de Cesarea en el tomo I de su Historia Eclesiástica, entonces estaríamos ante el primer testimonio histórico de la existencia de la Sábana Santa.

Esta carta, Jesús la escribió en respuesta a otra que le envió el rey Abgar V, quien gobernó sobre el reino de Osroene, que tuvo su capital en Edesa, del año 4 a.C. al año 7 d.C. y del año 13 hasta el 50 d.C. en la región de Siria. La tradición refiere que Abgar padecía lepra, y que habiéndose enterado de los milagros obrados por el carpintero de Nazaret, le envió una carta en la que le imploraba que visitara su ciudad para que le concediera el milagro de su curación. Jesús le respondió que no podría acudir, pero que luego de su Ascensión le enviaría a uno de sus discípulos para que se obrara el milagro juntamente con la salvación para él.

El texto fiel de la carta con la que Jesús respondió, como lo documenta el historiador, es el siguiente: “Bienaventurado si creíste en mí sin haberme visto. Acerca de lo que me escribes que vaya a ti, me es preciso cumplir todo mi cometido aquí, y, una vez realizado, sea tomado al que me envió. Mas cuando haya sido tomado te enviaré uno de mis discípulos para que te proporcione sanidad y vida a ti y a los tuyos”.

Lo que sucedió después, es que “después de la Ascensión de Jesús, Tomás envió a Tadeo. Cuando se extendió el rumor acerca de él, se comunicó a Abgar que había ido a aquel lugar un apóstol de Jesús, de acuerdo con lo prometido por la carta”. Entonces “Tobías tomó a Tadeo y fue a Abgar”.

Cuando el apóstol llegó, Abgar le preguntó: “–¿Eres tú en verdad el discípulo de Jesús, el hijo de Dios, que me dijo: Te enviaré uno de mis discípulos, el cual te proporcionará sanidad y vida? Y Tadeo dijo: – Porque has creído en gran manera en el que me envió, he sido enviado a ti, y de nuevo, si creyeres en Él, tendrás los ruegos de tu corazón”.

Luego le mostró la impronta del Rostro de Cristo plasmada en la Sábana Santa, que llevaba doblada en cuatro partes y, como también refiere Eusebio, le dijo: “Pongo mi mano sobre ti en su nombre. Y al instante de hacerlo, Abgar fue sanado de su enfermedad y de sus sufrimientos”. Este relato explica la razón del atributo en los íconos de san Judas Tadeo, que lo muestran con el Rostro de Cristo en el pecho, pues refieren el momento en el que lo muestra al rey Abgar.