La consulta del odio

AMLO periodo neoliberal
 

El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, envió un mensaje a sus principales colaboradores que seguramente pondría a temblar a la mayoría, y es que ante la eventualidad de que los funcionarios públicos cumplieran en el plazo con su declaración tres de tres, muchos no lo habían hecho y otros pretendieron eludirla mediante […]


El Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, envió un mensaje a sus principales colaboradores que seguramente pondría a temblar a la mayoría, y es que ante la eventualidad de que los funcionarios públicos cumplieran en el plazo con su declaración tres de tres, muchos no lo habían hecho y otros pretendieron eludirla mediante artilugios legales. Lo cierto es que aquel que oculta su patrimonio es porque quizá no tenga un origen lícito, y para decirlo más claro, de esos hay muchos en el actual gobierno.

Y aunque la propia ley habla de la posibilidad de esperar la confirmación de algunos datos, el Presidente de la República fue muy claro al sentenciar que los servidores públicos de primer nivel no podrían acudir a esa figura jurídica y tendrían que optar por hacer público su patrimonio u olvidarse de seguir perteneciendo al gobierno encabezado por el hombre que alcanzó la más alta votación de la historia del país. Así de simple fue la advertencia, así de complejo será para muchos justificar su riqueza.

Pero también hay que decir que hasta hace poco el señor Andrés Manuel López Obrador no era partidario de esta publicación, y siempre la calificó como un invento de la mafia del poder, pero ahora que él mismo la encabeza sería ridículo que alguien pudiera evadir dicha responsabilidad, aunque también está muy claro que la mayor parte de ellos mentirán acerca de su verdadero patrimonio, porque también los morenistas han participado con singular alegría de las orgías económicas que han organizado donde han gobernado.

Pero en otro de sus excesos populistas el Presidente de la República coloca a sus antecesores en bandeja de plata para que el vulgo decida si son corruptos y se les impone la ley, a la vez que se deja en paz a los actuales funcionarios para que sigan manteniendo esas riquezas mal habidas que detentan desde que salieron de sus encargos, porque los corruptos del ayer, son los probos funcionarios del ahora. Para decirlo de otra manera, de forma irresponsable el Presidente de la República abdica de imponer el estado de derecho y concede al vulgo la decisión de absolver o castigar.

Y claro que después de los rencores que ha venido sembrando en los últimos diez años de activismo político, esa masa amorfa de hombres y mujeres que lo llevaron a la Primera Magistratura seguramente pedirá en esa orgía de odio que se llamara plebiscito, encuesta o consulta pública, que a muchos adversarios del pasado los lleven al sacrificio sin más juicio que el popular, porque con toda seguridad serán declarados culpables y condenados a la más execrable de las  penalidades porque así lo ha decidido el hombre que por ahora rige los destinos del país.

De llevar a cabo el mecanismo descrito porque así lo avale la gente, el señor Presidente López Obrador se convertiría en el “Moderno Torquemada” que condenaría sin recato alguno a los adversarios a la hoguera de la descalificación pública sin utilizar los mecanismos consignados en las leyes que por la razón de su encargo público está obligado a respetar.

En los personal me parece que esos tipos de actos están demasiado calculados, pero puede ser más grave el efecto que la causa. Así de simple.

Al tiempo.

Vladimir.galeana@capitalmedia.mx