¡Desprestigio!

 

Ahora hasta los gobernadores roban como si fueran presidentes


Palabra clave para describir nuestra lamentable actividad política y gubernamental. Y aunque no debiéramos englobar en ella a todos los que se dedican a esta noble actividad, los mexicanos tenemos que ejercer el derecho de la duda y suponemos que si no todos, casi todos los que dicen hacer política, lo hacen simplemente porque hasta ahora ha sido probada y comprobada como la fórmula más exitosa para acumular riqueza y poder.

No es la primera vez que este país vive una etapa de este tipo, porque nuestra historia está plagada de irregularidades que al paso del tiempo se transformaron en simples anécdotas. Pero si algo podemos señalar es que pese a la brutal corrupción que ha distinguido al ejercicio público de este país, algunas generaciones han salido indemnes aunque la disposición del dinero ha sido igual en todo tiempo y lugar.

El desprestigio de la política no radica en la toma de decisiones, porque esas al fin y al cabo se tienen que enfrentar porque forman parte consustancial del ejercicio público. El desprestigio lleva implícito la disposición de los recursos públicos para beneficio personal. El presidente José Joaquín de Herrera terminó su encargo y salió del Palacio Nacional hacia una casa de empeño donde dejó su reloj para contar con recursos para mantenerse los días siguientes. Pero en ese tiempo la mística era distinta.

Serían los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana los que adoptaron la novedosa fórmula de “las comaladas de ricos sexenales” y después los “cañonazos” de 50 mil pesos que puso en boga Álvaro Obregón. No conozco caso alguno en el que familiares de uno de los presidentes que ha tenido este país hayan pasado precariedad, o se hayan sobado el lomo para mantenerse como cualquier mexicano.

Por eso la política ha cargado con un tremendo desprestigio, porque la disposición de los recursos públicos en beneficio personal es algo natural y hasta “normal”, aunque también hay que decir que poco importa el desprestigio cuando se adquiere el poder del dinero en abundancia. De ahí también ese dicho popular que señala: “poderoso caballero es don dinero”.

Plutarco Elías Calles, Miguel Alemán, Gustavo Díaz Ordaz, José López Portillo, Carlos Salinas de Gortari y Vicente Fox, forman parte de esa lista de hombres que salieron desprestigiados del poder, pero que siguen siendo poderosos porque cuentan con una importante fortuna. Hay quienes construyeron su propio desprestigio en el poder porque supieron apropiarse del poder que da el dinero. El problema es que ahora hasta los gobernadores roban como si fueran presidentes. Ese es el México que necesitamos cambiar.

Al tiempo.

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