La de AMLO, una democracia bárbara, presidencialista y total

 

Hasta ahora, López Obrador ya domesticó a los grandes capitales, pero su modelo de control político presidencialista va a fracasar si no los mete a Morena


El enigma más importante desde la fundación del PNR en 1928- 1929 radica en tratar de entender el modelo político presidencial de López Obrador.

Aunque a veces peca de obviedad circunstancial, detrás de su obsesión por el poder se localiza la reconstrucción del sistema político priista en su versión original: Obregón (caudillo), Elías Calles (presidencialismo) y Cárdenas (partido corporativo).

Desarticulado el presidencialismo por el fracaso del populismo 1970-1982 y por el neoliberalismo salinista 1979-2018, la principal tarea de López Obrador será la de reconstruir el presidencialismo absolutista en la punta de la pirámide del aparato político de poder.

De entre todos los presidencialismos – agregando los de Santa Anna, Juárez y Díaz–, el que más convence al candidato presidencial ganador es el de Elías Calles y Cárdenas: el primero se impuso a la muerte de Obregón por encima de los grupos de poder y el segundo fue más genial: organizó a las clases sociales productivas como masas del Estado y del presidente y corporaciones de control social y a través de ellas subordinó a todos los sectores.

En su ensayo México: una democracia bárbara de 1958, José Revueltas denunció las secuelas del modelo presidencialista de partido de Cárdenas: las oficinas de representación de las dependencias agrarias del gobierno-Estado estaban en manos directas de los dirigentes de las Ligas de Comunidades Agrarias y Campesinas, la CNC del PRM-PRI. Hoy los delegados únicos del gobierno federal de López Obrador son los representantes de Morena en los estados de la república: de nueva cuenta, la reconstrucción del partido del Estado.

Lo que le falta a Morena para reproducir el modelo PRI en Morena es la reconstrucción de la relación productiva obrero-patronal. Cárdenas entendió que los empresarios tenían que estar dentro del PRM y por eso se conflictuó con ellos. Echeverría y López Portillo dejaron fuera a la plutocracia empresarial y padecieron sus ataques especulativos en 1976 y 1982.

Hasta ahora, López Obrador ya domesticó a los grandes capitales, pero su modelo de control político presidencialista va a fracasar si no los mete a Morena. Por ello anda en busca de un mecanismo de dominación corporativa de las tres principales cúpulas que pudieran obstaculizar su proyecto populista: el Consejo Mexicano de Negocios, el Consejo Coordinador empresarial y la Coparmex.

El único camino hasta ahora es el control fiscal.

El presidencialismo lopezobradorista ha entendido muy bien las tradiciones sociales de subordinación a un poder absoluto: Santa Anna, Juárez y Díaz las explotaron en su beneficio. En 1964 el politólogo Gabriel Almond realizó una encuesta sobre cultura cívica en cinco países y encontró que en México había dos valores absolutos, tradicionales e inflexibles: la sumisión social a la Revolución Mexicana y al presidente de la República. En este sentido, la Cuarta Transformación propuesta por López Obrador quiere ocupar el espacio psicológico de la Revolución Mexicana, Y el voto presidente-Morena con más de 50 por ciento fue la esperanza social de que de nueva cuenta un mesías.

Por eso López Obrador ha estado domesticando políticamente a los sectores corporativos del viejo sistema priista: medios, empresarios, gobernadores y va por las corporaciones sindicales. De ahí que el modelo de López Obrador sea el de reconstruir el sistema priista bajo su mando y el de Morena.

Política para dummies: La política es lo que oculta la política.

Si yo fuera Maquiavelo: “Trate el príncipe de huir de las cosas que lo hagan odioso o despreciable, y una vez logrado, habrá cumplido con su deber y no tendrá nada que temer de los otros vicios”.