La derrota

 

Perdieron los eternos ganadores, los del “haiga sido como haiga sido”


Rubén Lara León

El pueblo siempre termina por prevalecer. Es el ganador absoluto de la jornada electoral. Corre tinta analizando el triunfo y sus motivaciones, pero también debe analizarse la derrota. Perdieron los eternos ganadores, los del “haiga sido como haiga sido”. Están fuera.

El gran perdedor es Enrique Peña Nieto. El referéndum de la elección lo descalificó absolutamente. Corrupción, desprecio por los gobernados, frivolidad e incompetencia fueron cobrados por una ciudadanía agraviada, en espera de una oportunidad para redimirse. La tuvo y no la desperdició. La horda mexiquense, aquella que, parafraseando a Monterroso, cuando despertó se dio cuenta que nunca salió de Toluca, deberá rendir cuentas. Arrasaron el país, casi lo acaban.

Pierden 29 gobernadores.

Excepto Nuevo León y Guanajuato, a todos los demás la ciudadanía los pateó, pues además de lo nacional les arrebató lo local. Hidalgo es brutalmente contundente, y en la CDMX, Mancera y los amarillos pagaron muchas cuentas, faltan algunas, pero serán cobradas.

Desde luego pierde el PRI. Dejarlo en manos de advenedizos improvisados y de lo peor de los azules fue el pecado de sus militantes.

Ahora Ochoa, Nuño –ese incompetente orgánico– Eruviel, y también muchas de sus “vacas sagradas”, hoy exhibidas en su nivel real, los cinco “expertos” coordinadores de circunscripción, entre muchos más, tratarán, como siempre, de exculparse.

Pierde Meade, a pesar de su grandeza en la derrota. Fue mal candidato, pero buen perdedor.

Desperdició la oportunidad de construir un liderazgo propio que lo separara de las lacras impuestas desde Los Pinos. Le faltó carácter para hacerlo. Un timorato no podía ser presidente.

Pierden, por fortuna, diputados y senadores. Moches y sumisión al Ejecutivo y al capital privado, por encima de la majestad del pueblo, se facturaron puntualmente.

Hay muchos más, pero falta espacio. El nuevo gobierno debe leer esto. Si lo cambia, su signo perdurará por mucho tiempo.