La estrategia defensiva

 

La estrategia la siguen diseñando y que no está terminada


No sé si después del desaguisado provocado por la intromisión de Luis Videgaray Caso para coordinar la visita de Donald Trump a México y organizar una recepción digna de un Jefe de Estado, los principales funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores traigan la ruta un poco extraviada. Tradicionalmente cautos para decir y certeros para hacer, pareciera que andan “desencanchados” y confunden la prudencia con la indecencia.

José Paulo Carreño, subsecretario para América del Norte, tuvo una reunión con la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, donde extrañamente dijo que México tiene ya identificados los mecanismos de los cuales echar mano, en caso de violaciones al Tratado de Libre Comercio suscrito con Estados Unidos y Canadá. También señaló que la estrategia la siguen diseñando y que no está terminada, porque ni el mismo Trump sabe qué quiere hacer, o lo que es capaz de intentar en el probable caso de llegar a ser Presidente de Estados Unidos.

Los propios legisladores quedaron azorados ante las afirmaciones del señor Carreño, que defendió la estructuración de una estrategia defensiva para contener los avatares que podría generar un eventual triunfo del candidato republicano. No sé si imaginando lo que es capaz de hacer el bocón y estridente empresario y explotador de mujeres se pueda realizar un trabajo serio en torno de una estrategia diplomática para proteger a los más de doce millones de mexicanos indocumentados en el territorio del vecino del norte. Y pretender hacer una fórmula de contención económica es suplantar las facultades de Hacienda.

Mencionar que sí existe una estrategia, pero que no está tan detallada ni precisa como debiera, parece más una balandronada que realidad. Bien dicen los especialistas que si no se tiene una estrategia no se tiene nada, pero algo se tenía que decir a los integrantes de tan importante comisión para no quedar en entredicho. Quizá el señor Carreño también pensó que manteniendo en secreto la estrategia, la tenga o no, es el mejor camino para evitar críticas o quizás alguna filtración.

Para colmo de males, y en el paroxismo de la suficiencia, a la salida se dio el lujo de señalar que la visita del magnate televisivo es ya irrelevante, sobre todo en el marco de la relación bilateral. Qué pronto se le olvidó la llamada de Roberta Jacobson para decirle que el Departamento de Estado le había girado instrucciones de enfriar la relación bilateral. Que yo sepa, Barack Obama sigue bastante molesto por la imprudente invitación que permitió al señor Trump rebasar a la señora Clinton por la derecha.

El hecho explica por que las relaciones exteriores con la parte norte del continente han llegado a límites insospechados en cuanto a la tirantez diplomática. No es lo mismo promover a México ante el mundo con un caudal generoso de presupuesto que entrar al mundo de la diplomacia sin la preparación adecuada, y menos sin conocer los prolegómenos de las relaciones internacionales de un país como el nuestro. Ojalá haya leído al menos algo de la “Doctrina Estrada”. Al tiempo.