La guerra de Javier Corral

 

El pretexto del señor Corral para seguir confrontando al Presidente, tratando de ayudar al reposicionamiento del candidato a la Presidencia de la República de su partido, han sido los presuntos actos de corrupción cometidos por Alejandro Gutiérrez


No sé quién sea el consejero del gobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, o el responsable de convencerlo de buscar argumentos para confrontar al presidente de la República, Enrique Peña Nieto, pero quien haya sido ha cometido un brutal error que tendrá consecuencias severas no tan solo en la credibilidad del mandatario norteño, sino en la relación entre uno y otro durante los siguientes cinco meses. Y no es que tenga yo preocupación por el mandatario chihuahuense, sino por el daño que provocan sus malandronerías.

Primero debo advertir que no es santo de mi devoción por grosero y por sus desplantes de desprecio a quienes trabajamos en los medios de comunicación. Tampoco soy defensor del Presidente de la República, porque tiene quien lo defienda y en su caso veo que sabe muy bien cómo burlar las embestidas de cualquier feroz miembro de la clase política de este país. Lo que me preocupa es el daño que se causa a las alicaídas y debilitadas instituciones, y a la posible crisis que pueda provocar en Chihuahua el señor Corral.

Mientras los rarámuris se morían de hambre y frío, el señor organizaba caravanas de protesta. Mientras los feroces empresarios intentan apropiarse de las extensiones de tierra propiedad de las etnias del “Estado Grande”, con la complacencia del señor Corral, la pequeñez de su gobernador se hace manifiesta al ignorar un problema que pudiera reeditar los enfrentamientos violentos que encabezara la etnia hace muchos años para defender, incluso con la vida, esas propiedades heredadas de sus ancestros.

El pretexto del señor Corral para seguir confrontando al Presidente, tratando de ayudar al reposicionamiento del candidato a la Presidencia de la República de su partido, han sido los presuntos actos de corrupción cometidos por Alejandro Gutiérrez, a quien el señor Corral ha venido señalando como cómplice del saqueo organizado por el evadido César Duarte, sin contar con elementos probatorios que puedan comprobar dicha complicidad, lo que quiere decir que intentó mantener también como rehenes a los integrantes del Poder Judicial del Estado con el acotamiento de sus atribuciones.

Ha sido la Suprema Corte de Justicia de la Nación quien asestara un nuevo revés al señor Corral, quien hace un año aprobó esas reformas que acotaban la autonomía del Poder Judicial de la entidad con la finalidad de someterlo a sus designios. Y esa es la causa principal de la inquina que lo mueve para confrontar al Presidente de la República, porque las decisiones de la Corte cortan de tajo su pretendida aspiración de convertirse en un mandatario sin contrapesos institucionales para tomar decisiones unilaterales.

Pobre Chihuahua, pobres chihuahuenses con los destellos de ira mostrados y demostrados por su gobernante. En lo personal desconozco qué será más pernicioso, si las costosas malandronerías cometidas por César Duarte, o el daño que pudiera causar el señor Corral ante la carencia de contrapesos institucionales que eviten la imposición de sus dictatoriales decisiones. Mucho tiempo tendrán los chihuahuenses para contemplar las estupideces de la condición humana que se pueden cometer desde el poder. Al tiempo.