La guerra en la web

 

La guerra de verdad; la sucia, la blanca, la limpia, la oscura, será en la web


Prepárense, no han visto nada. La guerra ahora no será en comerciales de televisión.

Al final del día, ¿quién ve la televisión?, ¿para qué se ve la televisión? Tampoco lo será en los grandes espectaculares diciendo: “¿Tú confías en…?”.

La guerra de verdad; la sucia, la blanca, la limpia, la oscura, será en la web.

Para empezar, si uno teclea en Google el nombre de AMLO, ¿qué pasa? Que inmediatamente sale –después de una serie de combinaciones– el nombre de José Antonio Meade.

Y eso es sólo el comienzo. Imagínese ahora lo que es la crisis de las nuevas técnicas de comunicación mundiales, que se observan en todas partes, ante un hecho evidente. No mandan los gobiernos, ni los grupos empresariales, ni los partidos, ni los políticos. Mandan usted y su muro, con sus fotos, necesidades y confesiones –que usted creía que estaban protegidos, pero que ahora ha descubierto que no lo están. Es decir, su intimidad tiene un precio y Facebook ha hecho de eso uno de los negocios más brillantes de todos los tiempos.

Estoy convencido de que estamos asistiendo al final de una era y que en la nueva era, estas cosas no podrán pasar. Porque los gobiernos, por las cuentas que les trae, ya van a organizarlo todo de tal manera que ellos puedan controlar la situación.

Mientras tanto, esta es la primera campaña del siglo XXI con una paradoja. La vida siempre es paradójica. Seguramente, de los tres candidatos que hay en este momento – independientemente del papel que juegue Margarita Zavala– el menos relacionado con lo que significan el nuevo mundo y las técnicas de las redes sociales es el puntero, López Obrador.

Es tan grave la crisis moral y el punto de descomposición al que hemos llegado, que sus propuestas concretas en temas económicos, de género, o simplemente su sensibilidad para pilotar el aterrizaje de México en el siglo XXI, han quedado en segundo plano para la sociedad. El juego, llamado depuración de corrupción e impunidad, lo gana quien es presentado, percibido y vivido como el más limpio.

Lo curioso es que, a pesar de ser una campaña con limitación en el uso del dinero, se seguirán invirtiendo descomunales cantidades de dinero en pagar los caros y refinados gustos de un montón de burócratas del INE.

Se va a gastar, sobre todo, en las llamadas nuevas técnicas de inteligencia de redes sociales. Lo demás, lo del pasado, es pasado y lo que importa es saber que, en abstracto, la gente percibe una sombra buena, limpia y clara, que le puede ayudar a salir de lo que siente como su principal problema, que es la falta de moralidad, de sinceridad y de honestidad en el manejo de los fondos públicos.

Empieza la guerra y, sobre todas las cosas, va a ser en la web.