La hora de Latinoamérica

 

Hace muchos años que América Latina es un mercado en potencia por la identificación lingüística


Una de las grandes ventajas de lo que pasó el 8 de noviembre en Estados Unidos es que ahora no sólo estamos poniendo el ojo en el norte, sino también será posible ponerlo en los lugares donde cada uno tenemos un frente.

Ahora en Guadalajara, la Feria Internacional del Libro (FIL), considerada como la segunda feria más importante del mundo y la número uno de habla hispana, ha tenido otro acierto histórico al dedicar su trigésima edición a América Latina.

Cuando se tomó esa decisión naturalmente no existía en el panorama ninguna posibilidad que permitiera adivinar el entorno geopolítico en el que se celebraría la FIL. Sin embargo, las elecciones estadounidenses y el discurso electoral han posicionado el recuento, la suma de las fortalezas y la vigencia cultural en un primer plano que no debemos desaprovechar.

Hace muchos años que América Latina es un mercado en potencia por la identificación lingüística. Es más, hay ciertos rasgos modernos que aún no se han terminado de reconocer, uno es el mercado latino en Estados Unidos, y otro es la hegemonía de la región desde el punto de vista del consumo por lo menos cultural y comunicacional.

Ahora la FIL de Guadalajara y las intervenciones que ahí se han presentado están poniendo de manifiesto el momento tan extraordinario por el que atravesamos hace unos años, desde el punto de vista de la literatura y la forma en la que ese fenómeno fue cristalizando la ruta democrática en gran parte de los países de Latinoamérica, salvo Cuba, Venezuela y las desviaciones que se han ido produciendo con algunos modelos populistas.

Sin embargo, el vigor, la capacidad y la visión que ya tuvimos en una ocasión circulando con la literatura nos permite ahora instaurar un buen momento para recuperar todo eso y volverlo a utilizar desde un enfoque geoestratégico, político y comercial.

Y es que, seguimos siendo un continente que alberga a cientos de millones de personas, todos agredidos y todos agraviados por la última campaña electoral estadounidense y por el renacer racista que trajo consigo. Ahora todos hemos sido perjudicados una vez más con “América para los americanos”.

Por lo tanto, en estos tiempos resulta elemental que en México, en Guadalajara, sepamos utilizar un espacio como el que ahora tiene la Feria Internacional del Libro para destacar a nuestra región no sólo como un enorme exponente de la cultura, sino como un recuerdo y una restauración de las posibilidades éticas, sociales y morales que tiene Latinoamérica, que tiene Norteamérica y que tenemos en definitiva todos los habitantes del continente americano.