La invasión

 

Nuestros gobernantes tienen la obligación de buscar soluciones políticas que permitan arreglar las relaciones con nuestro vecino del norte


Creo que dada la mala fe que hubo en la filtración de la posible conversación ya sea falsa, alterada o con matices, entre el presidente Donald Trump y su homólogo Enrique Peña Nieto, lo que se buscaba era desestabilizar.

Y es que, francamente ignoro si los estadounidenses nos van a invadir con su Ejército y sus soldados como sucedió en 1848, pero lo que sí sé es que desde luego han invadido la paz, el sosiego y la posibilidad de creer en nosotros mismos y en la forma en la que estamos haciendo las cosas.

El problema, no sé si fue una amenaza, una sugerencia o una broma graciosa de parte de alguien que está aprendiendo muy mal el oficio de presidente de la primera potencia mundial. El problema es que de este lado de la frontera desde julio del año pasado, hemos pensado que es posible apaciguar a la fiera, y que es posible que el sentido común y los dólares que cambian de mano, le den otra perspectiva.

En ese sentido, nuestros gobernantes tienen la obligación de buscar soluciones políticas que permitan arreglar las relaciones con nuestro vecino del norte, nuestro principal cliente, el que ha predeterminado nuestra vida desde que existimos como nación independiente.

Sin embargo, también tienen la obligación de ser realistas, y no hace falta ser el primer ministro de Australia, Malcolm Turnbull, al que le colgó el teléfono, o la canciller de Alemania, Angela Merkel, o los europeos que lo consideran como  le acaban de declarar un elemento de inestabilidad para Europa; para poder darse cuenta que en el ánimo del presidente Trump no está el hecho de aprender a respetarnos.

Y es que, lo más fácil y lo más barato para el 45o presidente de Estados Unidos de América es seguirnos utilizando como un elemento para probar la resistencia que él entiende como una coherencia gubernamental.

Todo el mundo con la respiración contenida, esperando a ver qué hace el Senado, el Congreso y las instituciones norteamericanas, aunque de momento como en la vieja Roma, el emperador es más fuerte que las instituciones.

¿Esto se mantendrá o cambiará? Porque eso va a determinar cómo va a ser nuestra relación con los estadounidenses.

Mientras tanto, no sé de verdad si lo hizo como amenaza, pero sé que están dispuestos a vivir con la certeza de que con Trump en este momento mental, político y vital por el que atraviesa todo es posible y desafortunadamente casi todo es malo. Por eso lo fácil es mirar al presidente y mirar al canciller y abrir fuego, pero quiero recordar que realmente hasta este momento de lo único que son culpables, si es que lo son, es de creer que Donald Trump tiene capacidad de entendimiento.