La naturaleza del poder

 

El electorado mexicano está muy dividido


Toda confrontación colectiva es bipolar, y es que las fuerzas en un enfrentamiento de uno a uno se definen con mayor facilidad que en una guerra múltiple donde los enemigos, los objetivos y los aliados se diversifican.

El camino hacia el 2018 empezó con un planteamiento en el que los expertos destacaron que el electorado mexicano está muy dividido y que al final tendremos una elección a tercios. Nunca he entendido eso, porque la realidad en cualquier tiempo y en cualquier lugar tiene vida propia, más de la que los seres humanos solemos concederle.

Porque una cosa es lo que nosotros entendemos, lo que nos conviene o lo que deseamos, y otra cosa muy diferente es lo que finalmente sucede.

Y en este caso empezamos con la conformación de un Frente que tiene un objetivo doble. Por una parte, acabar con el PRI, asignatura obligada en cualquier elección, y por otra, intentar acabar por tercera ocasión con López Obrador.

¿Qué ha pasado? Pues ha quedado de manifiesto que la naturaleza humana es frágil por definición, y las peleas, los intereses y los problemas personales de los líderes del Frente han ido provocando que el motivo por el que nacieron ahora esté por destruirlos.

Y es que, en este momento no sólo es que haya una confluencia objetiva de intereses entre el PRI y López Obrador, sino que, sobre todo, hay una exacerbación de las dificultades internas del Frente con las que cada día es menos posible la designación de su abanderado y por ende una victoria en las elecciones. Situación que a su vez podría acabar con las posibilidades individuales de voto de los panistas. Sin embargo, esto no ha terminado y el Frente sigue cabalgando, aunque las circunstancias por las que atraviesa Anaya y la definición del candidato son factores que lo debilitan cada día más.

Mientras que por otra parte, el PRI y Morena podrían ponerse de acuerdo para que desaparezca un potencial competidor que sólo se alió para evitar el triunfo del oponente y no para crear una propuesta.

Y ahora como si fuera posible encapsular lo que queremos que suceda, seguimos olvidando la primera regla de lo que será una elección del nuevo mundo y de las nuevas armas electorales, es decir, las herramientas digitales del siglo XXI: la voluntad, los gritos y las expresiones en redes sociales. Las mismas que están desplazando a lo que antes era mercadeo, técnica, conquista y convencimiento electoral.

En estos tiempos todo recae en la rapidez para desenfundar, en saber manejar la sospecha y la desconfianza latente, y en saber quién convertirá a las armas digitales en el resultado final que destruirá, encauzará o nombrará al siguiente presidente de México.

@antonio_navalon