La otra opción

 

Los especialistas han señalado que el mejor camino que tenemos como país es el fortalecimiento del mercado interno


Sin lugar a dudas México tiene un verdadero problema con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, y no tan sólo por el carácter impositivo del controvertido empresario metido a político, sino por sus ansias locas por trascender como “El Salvador” de la nación más poderosa del mundo, y quien le regresará la supremacía y la hegemonía en el planeta ante el inexplicable avance en las últimas décadas de chinos y rusos.

Quizá el gritón y amenazante sujeto no se ha enterado que su país entró en una fase de decadencia hace algunos lustros, y que él mismo forma parte de ese proceso al haber logrado convencer a su sociedad con una oratoria estridente y carente de proyecto y propuestas viables y realizables para levantar no sólo el ánimo de sus connacionales, sino los estándares de atención a las clases empobrecidas. Lo primero que debió aceptar es que los niveles de pobreza de los estadounidenses son los más altos desde la terminación de la Segunda Guerra Mundial.

Como dicen los analistas, cuando a Estados Unidos le da un resfrío a México le da pulmonía, y quizá nuestra mayor condena es esa frontera de más de tres mil cien kilómetros que se significa como una enorme puerta a las oportunidades que nuestros gobernantes no han sabido generar. Estamos muy enojados con el señor Trump, y tenemos razón de estarlo, pero también debiéramos enojarnos de nuestra incapacidad permanente para generar mejores condiciones de vida para nuestros hermanos.

Ante la posibilidad de que el mandatario norteamericano cumpla sus amenazas, los especialistas han señalado que el mejor camino que tenemos como país es el fortalecimiento del mercado interno, y esa es la fórmula que siempre sale a relucir cada vez que tenemos problemas con nuestra economía, por lo que valdría la pena señalar que el mercado interno opera dentro de límites acotados, en este caso nuestro territorio, y que está rodeado de un mercado más grande, lo que sería el mercado internacional.

Esto no quiere decir que tengamos que duplicar nuestra dieta de guacamole simplemente porque Estados Unidos decidió no recibir un cargamento proveniente de Michoacán y Jalisco, pero mucho avanzaríamos si comenzamos a determinar medidas proteccionistas para ubicar nuestros productos en la misma región o en otras de nuestro extenso territorio. Claro está que a mayor competencia habrá mejores resultados en los procesos económicos internos.

Son muchas cosas que se pueden intentar, y lo más sensato en estos momentos es comenzar a pensar que vamos a hacer para colocar entre nosotros los productos de esos emprendedores mexicanos que han proliferado y que bien organizados podrían enriquecer esa necesidad de vernos y atendernos hacia adentro, antes de vernos y atendernos hacia afuera. Esto propiciará las plazas de trabajo que necesitamos crear para el probable caso de la repatriación de miles y miles de nuestros connacionales. Al tiempo.