La revolución de Mariaxibit

 

Ver a Mariaxibit transformar un festival cultural en una verdadera fiesta electrónica


Conocí a Jordi y a Ricardo porque compartimos un avión la semana pasada. Y no sólo eso, luego fue un autobús que, por cierto, amablemente paró en un Oxxo de carretera para que estos chicos bajaran por unas chelas porque pues… el calor. Andábamos surcando las carreteras del estado de Quintana Roo, ya casi tocando la frontera con Belice.

Todos íbamos al mismo destino. Lo mismo periodistas que ingenieros de audio, o músicos, como ellos.

Llegamos a nuestro destino, nos llevaron a comer, luego a conocer un parque acuático y hasta me reí a carcajadas con ellos cuando se aventaron por un tobogán gigante que no les intimidó, como tampoco les intimidó despojarse de sus jeans y quedar en ropa interior con tal de aventarse al agua y divertirse como chiquillos.

El Festival Cultural Cruzando Fronteras 2017, que se ha efectuado durante los últimos cinco años en Mahahual, un pequeño pueblo ecoturístico de tradición pesquera en Quintana Roo, había estado un tanto apagado aquella noche. La gente disfrutó sentada y tranquila el concierto que previamente ofreció Astrid Hadad, cantante y actriz de cabaret que pensaba, se llevaría la ovación de la noche por ser oriunda de aquellas tierras. Pero me equivoqué.

Quienes hicieron explotar el escenario y saltar al público, fueron estos dos divertidos chicos. El nombre de su grupo: Mariaxibit, en realidad, una palabra creada a partir de su concepto musical que es una fusión de beats electrónicos con música mexicana, sí, de mariachi.

Lo que les puedo decir de estos dos chicos es que su energía puso a bailar a un pueblo entero. En una pequeña tarima justo frente al escenario, empezaron a bailar algunas jovencitas del público, luego se unieron los niños y las niñas, después, estábamos allí todos. Brincamos, cantamos, aplaudimos. Lo mismo hombres y mujeres de edad avanzada que parecían haber dejado los años colgados en las viejas sillas de plástico que se habían puesto en la explanada y que ya nadie quiso usar. Quien quiso subió al escenario y Jordi cantó hasta que su garganta no pudo más.

Ver a Mariaxibit transformar un festival cultural en una verdadera fiesta electrónica incluyente es, por mucho, una de las mejores experiencias culturales que he tenido hasta ahora. No olviden su nombre, Mariaxibit, porque armarán una revolución.