La seca realidad…

 

¡Vivan los “desarrollos inmobiliarios”! tumba futura del ex Distrito Federal


Parece, por lo leído, que los aspirantes a un hueso que los mantenga ricamente sin dar golpe, padecen de ceguera total o del síndrome nacional del importamadrismo.

Después de muchos días fuera de la capital, regreso y me encuentro con un panorama que ignoran nuestros patricios, los que serán dueños de vidas y haciendas de los capitalinos, como lo fue Ternurita.

Hace tres décadas y fracción que me naturalicé cuajimalpense. Grandes espacios abiertos, arbolado frondoso por todos lados y hasta un arroyito serpenteaba (así dicen los clásicos) entre las casas chaparras.

Un día se anunció Pabellón Bosques, un centro comercial de reducida extensión; suficiente para armar tremenda protesta, letreros, mantas y banderines en todas las casas.

Pero como es habitual, no sólo se hicieron las occisas nuestras autoridades, sino que protegieron los trabajos de cimentación y la erección de un edificio de oficinas.

Sin esperarlo, como hongos surgieron los conjuntos de torres, de 20 o más pisos, incluyendo la monstruosa torre Altus de 50 plantas donde mora el sujeto de origen israelita que cachetea a los empleados del edificio. Ante cámaras y todo.

Siguió la expansión, la fiebre por levantar palomares o verdaderas casas de vecindad verticales y la primera víctima fatal fue nuestro amado arroyo. Y las casas que fueron tapiadas, mirando el trasero cementado de los edificios.

Hoy son decenas las torres habitacionales. Y se repite la historia con la aparición de letreros y mantas para oponerse al rascacielos previsto en terrenos de la Colina del Perro.

Diligentes, las autoridades cancelaron su entrada a la Shasha; lista, elevó su barda hasta límites celestiales. Trabajan pero nadie puede constatarlo desde la calle. Y claro, cuando lleguen a determinado nivel de labores no habrá ley o recurso para impedir el primer edificio de esa altura en Bosques de las Lomas.

Frente a mi cuarto de azotea en tres años surgieron tres torres de 25 niveles, dicen que cuatro departamentos por piso. O sea 300 familias cada una con tres, cuatro carros. La calles es angosta, de dos carriles.

Y la tragedia que no se asoma sino ya está aquí: decenas de pipas suben, bajan, recorren toda la geografía local y muestran que no hay agua suficiente para los actuales habitantes de la zona, y que no la habrá en el futuro. Pero los que nos van a gobernar ni lo saben ni les interesa. ¡Vivan los “desarrollos inmobiliarios”! tumba futura del ex Distrito Federal.