La traición

 

Muchas cosas ocurren en el servicio público de este país, pero sobre todo en ese espectro o campo al que muchos denominan simplemente “política”


Muchas cosas ocurren en el servicio público de este país, pero sobre todo en ese espectro o campo al que muchos denominan simplemente “política”, y que no es otra cosa que la ciencia acerca de los diferentes sistemas de gobierno y la organización de las sociedades humanas, incluyendo los diversos fenómenos que afectan la vida en convivencia por la propia actividad de aquellos que dirigen las estructuras gubernamentales, y el impacto que tiene en los miembros de la sociedad.

México vive momentos de agobio a causa de la polarización provocada por las disparidades sociales, pero también por un fuerte motivo que ha generado preocupación porque existen intereses que han estado estirando la liga del odio con tal de provocar una ruptura que diferencie al tradicionalismo, entendido éste como el establecimiento social del orden mediante un sistema político que pareciera haber llegado al agotamiento, y un presunto “renacer” anunciado por un falso profeta que se asume como la conciencia de la decencia, aunque su pasado esté lleno de oscurantismo y ambigüedades en el manejo de los recursos públicos.

La siembra del odio ha sido su principal baluarte, y aquellos que se consideran desposeídos por no haber logrado el encumbramiento social por su falta de inclusión, relegamiento grupal o carencia de conocimientos para alcanzarlo, han integrado el mercado del descontento que ahora distingue nuestra polarización. El encono clasista ha sido la mejor arma del que se asume como predestinado para guiar y cambiar el destino de tan lastimada nación, aunque ello signifique la ruptura violenta del actual sistema político.

Pero también hay que señalar que existen dentro de ese sistema entes que traicionan los principios de sus cargos y a la sociedad misma, colocando a la disposición del falso predestinado los elementos para reforzar el control de diversas franjas de nuestra lastimada sociedad, para que se sumen incondicionalmente a las ambiciones de quien afirma que su simple llegada al poder resolverá nuestros problemas y permitirá el renacimiento del otro México, ese que solamente existe en su calenturienta imaginación.

Benito Nacif es Consejero Electoral, y se ha distinguido por la extrema lealtad hacia el hombre que lo apoyó para alcanzar su máxima aspiración. Más que lealtad lo que ha entregado a cambio ha sido obediencia fiel, aunque con ello termine afectando los procesos de nuestra democracia, como han sido las candidaturas independientes. Con eso quiero decir que fue el principal impulsor de la decisión del Consejo General para que no se reconocieran infinidad de adhesiones a Armando Ríos Piter y a Jaime Rodríguez, a quien apodan “El Bronco”, y que al parecer se ha convertido en un manso cordero.

Pero el señor Nacif tiene dueño, y sigue fielmente las instrucciones de quien lo colocó en ese espacio, y que ahora guarda motivos para operar en contra del candidato de su partido porque ya logró entendimiento pleno con ese que dice que resolverá todos los problemas con su simple llegada al poder. Por cierto, tendrá fuero por seis años, y lo peor de todo es que se lo otorgará quien siempre confió en él. No alcanzar una candidatura presidencial también genera encono y traiciones. Al tiempo.