La trampa de Thucydides, Donald Trump y las políticas del temor

 

Emerge cuando la transición de la dominancia de un poder a otro desestabiliza un sistema


Hace 2,500 años el historiador y general ateniense escribió en su historia de la Guerra del Peloponeso que, “lo que lo hizo (la guerra) inevitable fue el crecimiento del poder ateniense y el temor que esto causó en Esparta.” La Trampa de Thucydides emerge cuando la transición de la dominancia de un poder a otro desestabiliza un sistema.

El investigador en relaciones internacionales de Harvard, Graham Alison, documenta 16 casos en los pasados 500 años de la Trampa Thucydides. De estos, 14 terminaron en guerra 1 . Hoy somos de nuevo testigos de las políticas del temor.

Podemos interpretar la historia de la economía global desde el fin de la Segunda Guerra Mundial en términos de la emergencia de nuevos poderes que amenazan a los jugadores establecidos.

En el periodo posguerra emergió EU como el guardián del sistema del “mundo libre,” reemplazando a Reino Unido en rivalidad con el sistema comunista liderado por la Unión Soviética. Por sus cercanía política y cultural y su gobernanza efectiva  EU y  Reino Unido lograron una transición pacífica. Al final de la Guerra Fría, Mikhail Gorbachov buscó manejar el declive de Rusia. Sin embargo, su fracaso llevó a las políticas de Vladimir Putin que se pueden ver como las políticas de un poder en declive que usa las palancas del poder que le quedan para mantener su posición.

El guardián, a lo igual que los participantes en el sistema, deriva beneficios de su existencia. Este beneficio puede ser suficiente para que el guardián sacrifique su propio interés con el fin de mantener el sistema del cual el es el principal beneficiario2 . Esto fue el caso de Estados Unidos con el establecimiento del sistema financiero global bajo Bretton Woods, las políticas de libre comercio bajo la Organización Global de Comercio (OMC) y la formación de la OTAN. En cada caso, EU incurrió en costos por mantener el sistema que lo beneficiaba principalmente a él y también a los otros participantes en el sistema.

La misma dinámica se manifiesta en el contexto doméstico y ambas se refuerzan. Hubieron ganadores y perdedores del sistema global en  EU, pero diversas administraciones, republicanas y demócratas, prefirieron ignorar los costos a los perdedores domésticos.

Se enfocaron más bien en los beneficios a los ganadores domésticos y globales derivados de la existencia del sistema político-económico global. Podemos ver la elección de Trump como la  revancha de los perdedores que se vieron amenazados por un sistema globalizado, económico, tecnológico, social y cultural que consideraban (correctamente) ajeno a sus intereses. “Make America Great Again,” no es el eslogan de la prepotencia de poder, sino de debilidad.

De esto surgen cuatro lecciones para México:

1.-No es el Apocalipsis. El día después de la elección Barack Obama reunió a su equipo en la Casa Blanca; les advirtió que la elección de Trump no fue el Apocalipsis. El sistema político-econó- mico norteamericano es notablemente resiliente. En el corto plazo es posible que las políticas fiscales expansivas de Trump lleven a un periodo de crecimiento en Estados Unidos que beneficie a México. En el más largo plazo es posible que se recupere el juicio. Clinton ganó el voto popular por casi 3 por ciento; perdió por perder por 0.1 por ciento del voto total en tres estados.

2.-El futuro no será como el pasado.

Clinton perdió por  ignorar las necesidades de la comunidades desplazadas por transformación de la manufactura.

Ningún futuro gobierno, demócrata o republicano, las ignorará de nuevo. Sin embargo, la mayor amenaza a México no es la cancelación de la planta de Ford en San Luis Potosí; es la robotización de la manufactura y la redefinición de la movilidad. Los empleos en México están más amenazados por un cambio en la relación capital/trabajo que por huida de inversión. La planta de San Luis Potosí hubiera generado dos mil  empleos con una inversión de 1.6 mil millones de dólares (u 800 mil dólares por empleo). La planta de Flat Rock, Michigan donde Ford invertirá  700 millones de dólares, generará 700 empleos, o un millón de dólares por empleo. Esto se compara a 128 mil dólares por empleo cuando la administración de Obama emitió un préstamo a Ford en 2009 para salvar 33 mil empleos. Es notable también que la planta Flat Rock producirá automóviles avanzadosautónomos, eléctricos e híbridos que se aventajan de cercanía a centros de investigación. Se estima que la introducción de vehículos autónomos puede reducir la demanda de automóviles por 70-90 por ciento.

3.- Estados Unidos será un socio comercial menos confiable. De 1990 en adelante México hizo una apuesta importante a su relación comercial con EU. La inversión directa de empresas norteamericanas incrementó 500 por ciento y sus exportaciones a EU incrementaron 637 por ciento; hoy constituyen 80 por ciento de las exportaciones de México. La victoria de Trump es una llamada a despertar útil. México tiene que diversificar su economía a otros países y a su mercado interno no sólo por el proteccionismo que puede infectar esta economía. En un libro importante, The Rise and Fall of U.S. Economic Growth, el economista Robert Gordon advierte que al largo plazo la economía norteamericana crecerá al máximo un por ciento por año. Es posible que Gordon subestima la capacidad de crecimiento de la economía americana, pero ¿si es posible lo que el dice, conviene una apuesta tan fuerte a  EU?

4.- La adaptabilidad será esencial. Las escuelas de negocio nos enseñan la importancia de alineación y enfoque estratégico.

Sin embargo, es posible que como lo comenta un reciente artículo en Harvard Business Review que  la “inconsistencia deliberada” será más importante que el enfoque estratégico. Debemos recordarnos que de la lección fundamental de la evolución  –el que sobrevive no es el más fuerte ni el más inteligente, es el más adaptable.