La última y nos vamos

Jesús Zambrano
Jesús Zambrano 

Jesús Zambrano toleró todo. Doblegó la dirigencia y el partido a los designios de la alianza a cambio de poco. El PRD está en la fase terminal de existencia. Es la “última y nos vamos”.


Dobleces |

Por Israel Mendoza Pérez

@imendozape

A Jesús Zambrano le cayó como anillo al dedo, la frase del beodo contumaz: “la última y nos vamos”. Al interior del PRD inició la rebelión. Su candidatura para ir en la primera fórmula por la vía plurinominal levantó molestia y se advierten dos consecuencias inmediatas, un éxodo de militantes hacia Morena, principalmente, y un choque entre las pocas corrientes existentes con visos de no salir a votar en junio próximo.

Zambrano no midió consecuencias. Desde que permitió que al partido del “sol azteca” se le viera como un aliado “cualitativo y no cuantitativo”, en el interior de la alianza con PRI y PAN, abrió el paso a la negociación dispareja y ventajosa contra el PRD, mientras él consiguiera los espacios necesarios para seguir vigente los próximos seis años.

La dirigencia de Zambrano se enfila a cerrar las cortinas del partido surgido en el fragor de la lucha democrática de 1988. Esta elección considerada histórica en el país es, a decir de las voces críticas perredistas, la última batalla en la arena electoral y de salir adversa, el partido pasará a ser pieza del “museo de la democracia”. La visión aunque catastrofista anuncia más que una rebelión, es la sobrevivencia de políticos que ven el ocaso del perredismo y el pellizco a unos cuantos lugares que afianzará el partido de Zambrano, en junio próximo.

Desde la petición de su renuncia y la amenaza de perder el registro nacional, los perredistas disidentes al cacicazgo ejercido desde la dirigencia temen que ocurra una participación intrascendente del perredismo como ocurrió en los comicios de Coahuila y Estado de México. El temor se traduce en coraje e impotencia por la dirigencia poco combativa en la actualidad.

Zambrano está en la tesitura de colgarse del arrastre electoral de Xóchitl Gálvez, lograr su escaño y simplemente esperar que la ola de xochilovers le den los votos necesarios para colarse a la Cámara Alta. Su estrategia es el voto en cascada y no apuesta por la militancia ni simpatizantes de su partido, por ello es que hace de lado las voces discordantes del partido y juega a su favor.

Al inicio de la semana, Zambrano anunció en contexto del XII Consejo Nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD) que, de manera unánime, eligió a Xóchitl Gálvez Ruiz, como su candidata única a la Presidenta de México. Aunque es un contexto institucional, Zambrano se lleva el reflector, una candidatura a senaduría y la estrategia electoral a su favor.

La disidencia perredista se encuentra en un momento de definición ante la posibilidad de que solo la dirigencia y unos cuantos más alcancen lugares. Los demás se alistan a ver la caída del partido y la última batalla en la que el partido, ya se encontró en un papel de acompañante.

Jesús Zambrano toleró todo. Doblegó la dirigencia y el partido a los designios de la alianza a cambio de poco. El PRD está en la fase terminal de existencia. Es la “última y nos vamos”.

RGH