La vida sigue

 

La silla del águila está vacía hasta que llega el siguiente y tú puedes ser el siguiente


Afortunadamente la vida sigue.

Da igual cómo se sienta ahora el líder de las encuestas o el ayer aclamado y zarandeado por descubrir que no importó lo que él pensara sobre sí mismo, porque la designación de los demás para convertirlo en su líder no sólo le hizo ver una nueva imagen en el espejo, sino que de no ponerse abusado se le va a olvidar muy pronto que no nació candidato, y que al final sólo es alguien que llena el hueco de una coyuntura muy importante.

La silla del águila está vacía hasta que llega el siguiente y tú puedes ser el siguiente.

Pero si uno confunde la necesidad de los demás, la falta de seguridad, la necesidad del show y de la fuerza que nos permita saber cómo vamos a cambiar al país, con lo que uno realmente es, entonces uno acaba siendo nada.

Qué bueno que hoy habrá que volverse a ocupar de la inflación, del precio de las gasolinas, del precio de las tortillas, porque al final del día son tan estridentes los aplausos y es tan importante la música que acompaña al poder, que uno puede caer en la trampa de pensar que eso es para siempre, y en realidad es como los suspiros de alquiler: duran lo que pagas.

En ese sentido, en cuanto se cierre la inflación de este año alguien recordará que iniciamos el 2017 con el gasolinazo y que al ahora candidato que ya no es secretario, le tocó en ese momento redirigir toda la economía mexicana que había sido hundida por el actual canciller.

Fue así como pasó por la prueba de fuego para saber si ardería o no como un bonzo en el gasolinazo.

Pero independientemente de eso la inflación, la terrible inflación, la peste de las economías modernas, es un balance que le toca.

Aunque además es conveniente no olvidar que ya estamos en el maratón Guadalupe-Reyes y en enero de 2018 una enorme sombra, una imagen inquietante con un bucle rubio sobre la cabeza, nos espera con su pluma que liquida tratados para terminar con nuestra seña de identidad del TLC.

¿Propongo que no haya descanso? No, porque creo que es bueno que se descanse, pero sin perder de vista todo lo que dejamos atrás, todo lo que hicimos y todo lo que nos espera por delante.

Porque más allá de las fiestas, más allá de que todo el mundo te descubra, más allá de que una mañana te mires al espejo y te preguntes: ¿cómo no me di cuenta de que era tan guapo? La realidad que no se presenta cada seis años, sino cada seis segundos, ya nos asedia.

@antonio_navalon