La vuelta al mundo en 80 insultos

 

Los mexicanos somos un pueblo paciente y milenario


Nunca entendí qué tipo de viaje era el que realmente iniciábamos en 2016, sin embargo, reconozco que hubo una gran capacidad de suicidio político como los hechos lo fueron demostrando.

Creer que existe alguna posibilidad de hacer entrar en razón a Donald Trump es desconocerlo y es ignorar la parte de la condición humana que le representó, que es distinta a la que le votó en una coyuntura muy especial.

Como mexicano, como parte de México, no encuentro ninguna razón, ni siquiera de oportunidad política, para que a alguien le hubiera pasado por la cabeza que era un buen momento para plantear un nuevo encuentro entre Peña Nieto y Trump en territorio nacional o en los Estados Unidos, da igual.

Y es que, si bien aún no nos separa un muro –aunque seguramente eso va a suceder en algún momento– el problema no lo tenemos con los estadounidenses, sino con Trump y con todos los que representa.

Los mexicanos somos un pueblo paciente y milenario que sabe lo que significa ser el último punto de occidente y el primero de oriente. Somos un pueblo que cuenta no sólo con una cultura, sino con toda una civilización, y precisamente por eso creemos en la fuerza del contrario como sistema de guerra y tenemos una memoria que trasciende siglos y siglos.

No existe razón alguna para que nos sigan insultando simplemente con la posibilidad de que el presidente de nuestro país, que hasta el 30 de noviembre de este año seguirá siendo el primer mexicano, vaya a que le hagan una mala cara, le levanten un muro y le muestren cómo abandonan a nuestros hijos, con sueños o sin ellos, llamados dreamers.

Pero además, si observamos esto desde la óptica nacional hay que preguntarse: ¿quién odiará tanto a Peña Nieto y al PRI como para empeñarse en destruir a ese partido en cualquier posibilidad electoral que tuviera? Porque sólo el mayor enemigo de Meade habría propuesto a estas alturas un encuentro entre Peña y Trump, y además si lo que ya quería era liquidarlo entonces lo único que tenía que hacer en términos políticos era lograr la foto del candidato en el abrazo de la muerte con el mayor verdugo de nuestras ilusiones.

Nunca entendí la lógica que han llevado estos últimos años y que nos ha conducido hasta aquí. Pero lo que sí siento más allá de de este sexenio y con un eco que viene de lejos, de muy lejos, son todos los insultos y el muro sentimental que ha levantado esta situación, en la que no hay que olvidar que Trump no nos quiere, nunca nos quiso, pero tenemos la obligación de imponer a los que les pagamos para que nos representen, a fin de que se nos trate con el respeto que merecemos.

@antonio_navalon