Lacras

 

Las policías, especialmente estatales y municipales, son un problema añejo


Las policías, especialmente estatales y municipales, son un problema añejo. Los hechos delictivos donde aparecen directamente involucradas son numerosos.

Su subordinación a grupos delincuenciales es pública en muchas regiones del país. Sin embargo, el calvario era interno, las tropelías se quedaban en casa. Hay muchos ejemplos.

Por tomar los recientes, un comandante capitaneaba en Chihuahua una banda de secuestradores aprovechando la información a su disposición.

También la detención nunca aclarada de un adolescente en la CDMX, con un brutal maltrato, donde las autoridades parecen apostar, como siempre, al olvido. Ayotzinapa en Guerrero, pendientes en Veracruz, derivados de secuestros y desapariciones de víctimas entregadas a capos y jefes de plaza, realizados por policías y también silenciados, y así en casi todas las entidades. Sin embargo, el caso de los tres italianos desaparecidos en Jalisco ha rebasado las fronteras y nos tiene en una bronca internacional en la que hemos sido exhibidos como lo que somos: un pueblo sin ley.

Ya es un caso emblemático; inicialmente se recurrió al expediente de siempre: criminalizar a las víctimas. Difundir la presunta oscuridad de sus actividades, presentarlos como falsificadores de marcas internacionales, publicitar supuestos delitos anteriores, todo antes de aceptar la corrupción policiaca. Aún si así fuera, tendrían derecho a la justicia sin involucrar lo previo, pero no se contó con la tozuda denuncia de familiares y connacionales, no dispuestos, con toda razón, a dejar dormir el tema. Despliegan mantas en partidos internacionales de futbol, ofrecen conferencias de prensa, y lograron la intervención de su cancillería para demandar oficialmente soluciones. Hasta entonces aparecieron como por arte de magia los policías involucrados, quienes los entregaron a criminales para los que trabajan.

México está en un predicamento. Ojalá los de afuera logren aquello en lo que nosotros fracasamos: revisar la corrupción rampante en los cuerpos policiacos. Nos harán un gran favor.