Las presidenciales del 2018 serán diferentes porque seguirán igual

 

La expectativa despertada por el Frente ya se desinfló


Aunque aún no lo ha externado con claridad, el grupo anayista en el PAN comienza a ver con preocupación que los debates y pugnas públicas de Ricardo Anaya ya están contaminando las bondades que esos panistas habían encontrado en el pacto PAN-PRD-MC y saben que los perredistas carecen de voluntad y habilidad para reencauzar la iniciativa aliancista.

A horas de que se cierre el plazo legal para candidatos independientes, en el PAN ven un alto riesgo de que Margarita Zavala de Calderón pudiera registrarse y con ello cerrar sus posibilidades en el partido. La fractura del PAN antes de la candidatura oficial reduciría las posibilidades del Frente por México.

Un indicio de la inquietud por los comportamientos convulsivos de Anaya fue la forma en que quisieron embarcar a Diego Fernández de Cevallos como supuesto “representante” de Anaya en negociaciones del Frente, porque el rechazo tajante del político panista dejó ver la forma atrabancada en que está tomando decisiones Anaya.

Al interior del grupo anayista en el PAN existe la percepción de que el Frente está perdiendo legitimidad política pública, al mostrarse como un acuerdo sólo para repartirse candidaturas: la presidencial para Anaya, la de Ciudad de México para Alejandra Barrales y Veracruz y un ministerio sin cartera para el mago del oportunismo Dante Delgado.

Sin embargo, Anaya se ha encerrado en su burbuja de incondicionales en el PAN y ha ido aumentando las fracturas internas en un partido que se ha colapsado –en 1976 no presentó candidato por pugnas internas y en el 2000 cerró filas a regañadientes con Fox– cuando las divisiones internas se salen de control. El principal problema de Anaya ha sido su incapacidad para construir una coalición dominante de su dirección política del partido por la existencia de grupos de poder con capacidad autónoma: las dos bancadas, los gobernadores, los tradicionalistas históricos, los neopanistas, los exgobernadores y exlegisladores y los grupos empresariales.

Hacia el interior del PAN desconfían del liderazgo de Alejandra Barrales porque depende del jefe de gobierno perredista-pero-no-perredista Miguel Ángel Mancera y carece de control sobre las demás tribus. Y Dante Delgado ha encarecido su presencia sin contar con bases políticas. Por eso Anaya y las denuncias, críticas e intrigas en su contra han debilitado al Frente y lo han reducido sólo a las candidaturas.

Al Frente le hace falta un grupo intelectual que trabaje sobre los proyectos de reforma y de régimen y, sobre todo, que consolide la propuesta de gobiernos de coalición. Sin embargo, el liderazgo de Anaya ha impedido cualquier conformación interna que le reduzca su poder autoritario o que le disminuya su candidatura. Si se define primero el programa de gobierno del Frente, Anaya quedaría excluido en automático porque carece de pensamiento político reformista.

Y a pesar de algunas nuevas variables sociales y políticas –como el ambiente de mayor inestabilidad y encono dejado por los terremotos–, los partidos están apostando a un espacio electoral tradicionalista, porque ninguno de los registrados tiene la capacidad de reflexión analítica como para identificar los nuevos desafíos planteados por el electorado: 60 por ciento de abstención y aumento de casi 50 por ciento en el porcentaje de indecisos.

La expectativa despertada por el Frente ya se desinfló por la precariedad política e intelectual del PRD y la ambición personal de Anaya.

Política para dummies: La política es, dice el escritor Manuel Vilas, la sensibilidad para entender que “no nos merecemos a los políticos que tenemos, pero están hechos a nuestra imagen y semejanza”

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