Las prisas por el dominio

 

Muchas veces se dijo y se advirtió acerca del talante cuasi autoritario de Andrés Manuel López Obrador, y el peligro que representaba para el país su posible llegada a la Presidencia de la República. Pero quienes lo advertían no contaban con evidencias para que en un ejercicio de legalidad hubiera forma de que las conjeturas […]


Muchas veces se dijo y se advirtió acerca del talante cuasi autoritario de Andrés Manuel López Obrador, y el peligro que representaba para el país su posible llegada a la Presidencia de la República. Pero quienes lo advertían no contaban con evidencias para que en un ejercicio de legalidad hubiera forma de que las conjeturas se convirtieran en elementos probatorios para evitar su participación en el proceso electoral que finalmente lo catapultó a la Primera Magistratura del país.

Nunca nadie pudo prever lo que sería un gobierno encabezado por el tabasqueño en la Presidencia de la República, ya que cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México no lo hizo mal, aunque proliferaron los negocios desde la esfera gubernamental y las decisiones autoritarias, como fue el caso de construir los segundos pisos pasando por encima de quienes solicitaban que hubiera otras opiniones de los especialistas. Tampoco hubo concursos públicos, y entre Carlos Slim y José María Riobóo se llevaron la mayor parte de las obras esos años.

Andrés Manuel López Obrador alcanzó su más preciado anhelo en la pasada elección presidencial, y aquel hombre que incendiaba pozos petroleros, delito que nunca nadie se atrevió a castigar porque lo observaban como un activista radical, fue creciendo en el imaginario popular por su empecinamiento en fustigar a los gobernantes de todas las latitudes, y por el tesón que mostró y demostró para seguir recorriendo todas las latitudes del país pese a los escollos que le colocaban los gobiernos en turno, aunque nunca nadie explicó de dónde salió tanto dinero, porque las regalías de un libro no dan para mucho aunque sea un éxito electoral.

Hoy las cosas son diametralmente opuestas, porque vive una luna de miel con el electorado y cuenta con un bono democrático que le permite manejar las amplias mayorías del Movimiento de Regeneración Nacional y sus aliados, borrando cualquier tipo de opiniones que pretendan tomar los otrora poderosos Partido Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática, quienes no tan solo se han visto disminuidos, sino que están viviendo una crisis de identidad, programática e ideológica.

Andrés Manuel López Obrador tiene prisa por alcanzar el dominio pleno del país, y podemos tener la seguridad de que hará cualquier cosa por lograrlo, lo necesita para su proyecto transexenal, ese que indica que se someterá a la revocación del mandato a medio sexenio para después transitar por la posible reelección una vez que termine su mandato.

Quienes lo conocen señalan que no se detendrá hasta lograrlo, aunque con ello exista una sentencia de muerte para el Sistema Político Mexicano.

Al tiempo.

Vladimir.galeana@capitalmedia.mx