Leyendas sexuales. Jardín trasero

 

El buttjob es llegar al orgasmo sin penetración


Ya casi se ha convertido en lugar común decir que para mejorar la vida sexual hay que darle variedad. La idea se repite casi como un mantra, pero a la hora de la hora, no es tan sencillo ponerla en práctica.

Lo más fácil es intentar cambiar la locación. A veces ayuda dejar la cama a un lado y mudarse al sillón, la mesa, la cocina, la lavadora o la alfombra. Otras veces, el cambio está en las posturas o en las horas del día o en la forma en que se inicia la relación sexual. No obstante, cuando se trata de incorporar cambios más significativos, la cosa se complica.

¿Por qué no pensar, por ejemplo, en llegar a los respectivos orgasmos sin penetración? No me refiero a un fajecillo juvenil (aunque no es mala idea), sino más bien a entrarle a prácticas que tienen mucho más que ver con el frotamiento que con el coito, como científica y elegantemente se le llama.

Una opción es el llamado buttjob (o también assjob). Me disculpo por poner el término en inglés, sin embargo, creo que en español no se ha creado su equivalente. Consiste en que el hombre alcance el orgasmo sólo con el estímulo de frotar su pene entre las nalgas de su pareja, sin llegar nunca a penetrarla. Dicho de otra forma: se trata de jugar en el jardín trasero, pero nunca utilizar la puerta trasera.

Al ser un país, como somos, loco por las caderas grandes (incluso las que un médico consideraría producto de la obesidad son bien aceptadas), se me ocurre que podría ser un juego erótico bastante popular.

Lo que por lo regular desanima a la pareja tradicional(ista) es que este juego se parece más a una masturbación que a un acto sexual, y probablemente se piense que la mujer no disfrutará nada mientras el hombre se da una gran divertida. No es necesariamente así. El roce del pene sobre el ano podría llegar a ser muy placentero si ambos (sobre todo ella) se deshacen de los prejuicios y se dan la oportunidad de experimentar sensaciones diferentes. Con esto quiero decir que esta práctica puede ser disfrutable incluso si la mujer no es fanática del sexo anal.

Un buttjob tiene muchas variantes que se adaptan a todos los gustos. Primero, puede hacerse con o sin ropa. Por ejemplo, el hombre puede estar vestido o desnudo, y la mujer, de la misma forma, puede quitarse toda la ropa o también podría dejar su ropa interior puesta, o incluso utilizar unas pantimedias, cuya textura parece ofrecer un estímulo extra a varios hombres. Si la pareja prefiere una cantidad menor de tela en la escena, se puede utilizar una tanga que, de paso, ayudará a mantener el pene en su lugar durante la práctica.

¿En qué posición se puede realizar este juego? En las que se te ocurran. Las más sencilla es con ella agachada en cuatro puntos y el hombre detrás, pero también podría él estar tumbado sobre su espalda y la mujer sentada sobre él, dándole la espalda y moviéndose, ya sea de arriba a abajo o de atrás hacia adelante. Si hay un volumen importante de tejido en los glúteos (y si no hay, se le puede dar una ayudadita con las manos), ella puede colocarse acostada boca abajo mientras él se pone a horcajadas sobre sus muslos, lo que le dará libertad para moverse. No sobra decir que en todas estas posiciones y durante todo el acto, la mujer puede perfectamente masturbarse o hasta utilizar algún juguete sexual. ¡Todos ganan!

Si lo pensamos bien, ¿no implica hasta un reto juguetón el frotarse de esta manera sin ceder a la tentación de penetrar? De eso se trata cuando se habla de hacer cosas nuevas en el sexo: salir de lo convencional y encontrar nuevas áreas del cuerpo y nuevas cosas que se pueden hacer con ellas.

* Periodista especializada en salud sexual.

@RocioSanchez