Los aires dictatoriales de Trump ya soplan en Washington

 

La doctrina estadounidense sobre libertad de expresión, de información y de prensa dará un giro copernicano


Todo parece indicar que con la llegada de Donald Trump al Despacho Oval, la doctrina estadounidense sobre libertad de expresión, de información y de prensa dará un giro copernicano.

Ahora resulta que el presidente, por lo demás el personaje que de manera natural es el principal destinatario de las críticas y cuestionamientos de los medios, podrá decidir cuál medio dice la verdad y cuál no, cuál medio es sensacionalista y tendencioso y cuál es imparcial y objetivo, cuál medio merece manifestar sus puntos de vista y cuál no y, en pocas palabras, a cuál medio el jefe de Estado le contestará preguntas y a cuál medio no. En lo que fue su primera conferencia formal como presidente electo, Trump se negó a responder una pregunta de un reportero de la cadena CNN. “Tú no, le decía Trump, tu empresa es tramposa y no publica la verdad. No te voy a contestar preguntas. Cállate”.

Lo cierto es que la verdad es un concepto relativo y en todo caso no hay una e incontrovertible, sino muchas, muchas verdades. En un sistema político democrático nadie es dueño de la verdad y el que lo es menos, es justamente el jefe de gobierno, en este caso, el presidente. La manifiesta intolerancia que Donald Trump ha demostrado ante la crítica y el disenso, confirman el talante autocrático del que de manera indirecta advirtió en su discurso de despedida el presidente Barack Obama y que desde luego constituye una amenaza a la democracia y a las libertades sobre las que se ha construido el gran país que es, o que quizás alguna vez fue Estados Unidos de América. Sería exagerado decir que los estadounidenses eligieron de manera democrática a un dictador. Sin embargo, sí es pertinente puntualizar que eligieron a alguien que indudablemente tiene madera para convertirse en uno.