Los amigos

 

Son los dos hombres de confianza del presidente Peña Nieto


Hubo un día que hasta pareció tierno. Y es que, como si fuéramos un país normal con unos gobernantes normales y unos autos híbridos normales, el candidato, el deseado, el descubierto, iba al volante.

Y así tiene que ser porque aspira a ser presidente y no puede admitir ninguna conducción que no sea la propia.

A su lado estaba su copiloto, su coordinador de campaña, el hombre que impulsó la Reforma Educativa, el hombre que 24 horas después de que se publicara esa foto donde compartía trayecto con Meade, lloraría al momento de decir adiós al cargo de secretario de Educación Pública. Lo entiendo, si yo fuera Nuño también lloraría.

Ha visto de todo, el despacho de José Vasconcelos, su minerva y todas las cosas que hizo con su personalidad ése gran prócer por la cultura. Eso es lo que ahora le imprime carácter y, antes de los cuarenta, significa que ha triunfado.

Ellos dos, exsecretarios excelsos, triunfadores, uno con 48 años y otro con 39, se irán a cabalgar juntos en un camino que pretende llegar a la Presidencia de la República.

Son los dos hombres de confianza del presidente Peña Nieto, y antes pasaron por el tamiz controlador del canciller Videgaray.

Tienen un difícil desafío por delante que consiste en demostrar, desde el origen y desde la pertenencia al gabinete, que representan algo nuevo.

Pero todo es posible, todo puede pasar, siempre y cuando de verdad computen los elementos que realmente pueden movilizar a los votantes en este momento tan singular de la historia de México y del mundo.

De todas las candidaturas es la más emblemática para algunos de los que están haciendo la plataforma electoral del candidato Meade por una razón: es la primera vez que, cuando los líderes mundiales preguntan por las reformas a López Obrador y a su gente, no sólo preguntan por la Reforma Fiscal, sino también quieren saber quién hizo la Reforma Educativa, porque sin la consolidación de esa reforma, cualquier proyecto de modernidad del país está en el aire.

¿Funcionará? Eso está por verse. Lo que sí es verdad es que de momento, han querido comenzar no como dos exsecretarios exitosos, sino como dos hombres que, avanzando en un auto juntos por unas cuadras, por unos minutos y por un rato juegan a que son normales y que, desde esa normalidad, pueden ofrecerle al país un mensaje de responsabilidad y de crecimiento confiable.

Aunque conviene destacar que en esa aventura de ser normales por unos minutos, se ahorraron gran parte de la normalidad cotidiana de ser mexicanos, porque, al parecer, ellos no fueron asaltados durante su paseo. ¡Menos mal!