Los chicos

 

Ningún partido posee certezas, pero el tricolor afronta la cuesta más inclinada


No la tiene fácil el PRI para 2018.

En realidad ningún partido posee certezas, pero al detentar el Poder Ejecutivo federal, el tricolor afronta la cuesta más inclinada.

Ateniéndose objetivamente a los resultados electorales desde 2015, las cifras son poco alentadoras para esa organización. Suman casi 5 millones los votos perdidos, y 8 gubernaturas dejaron de aparecer en su contabilidad para pasar a la oposición, que en este momento gobierna a nivel municipal y estatal al 54% del Padrón.

Entidades antes comodísimas para su causa, se volvieron un dolor de cabeza, como México y Coahuila, donde el triunfo todavía está sujeto a la decisión jurisdiccional. El daño causado por los Borge, Duarte y otros todavía no alcanza a dimensionarse. La ciudadanía está dolida y así lo refleja en su boleta.

Los comicios se deciden por 1 o 2 puntos de diferencia, y así será en adelante.

Difícilmente volveremos a ver distancias mayores entre los 3 primeros lugares, lo cual es bueno para la democracia.

Hasta ahora, la atención más intensa se dirigía, naturalmente, a las entidades con altos números de electores, pero eso debe revisarse. Campeche, Colima, Hidalgo, San Luis Potosí, Tlaxcala y Yucatán, pueden representar en adelante la diferencia entre ganar y perder, y esto vale para cualquier color, pero al tener hoy gobiernos priistas, hay un evidente nicho de oportunidad de esta formación para mantenerlos. Todo depende de las buenas cuentas que puedan contrastar con los tsunami referidos. Estos estados, por su parte, deben reposicionarse ante la federación. Resultan clave para 2018.

El PRI debe abrirse a la crítica interna y debatir abiertamente posiciones contrastadas. Descalificar disidencias expresadas desde adentro y atribuirlas a “políticos de café” es erróneo. No deben olvidar el episodio de la corriente democrática. Todavía pagan sus efectos.

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