Los enredos del poder

 

Sin lugar a dudas, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha tenido altas y bajas, buenas y malas, ejemplares y pésimas, pero sobre todo controversias de diversa índole que para bien o para mal lo mantienen vigente en los medios de comunicación. Pero también hay que señalar que aunque no diera material a los […]


Sin lugar a dudas, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha tenido altas y bajas, buenas y malas, ejemplares y pésimas, pero sobre todo controversias de diversa índole que para bien o para mal lo mantienen vigente en los medios de comunicación.

Pero también hay que señalar que aunque no diera material a los periodistas para que lo reseñen, adulen, resalten o critiquen, es un hombre acostumbrado al escándalo mediático y al debate público, aunque claro está que ahora con la investidura que detenta pocos se atreven a cuestionarlo públicamente.

La nueva controversia pública es que las fracciones parlamentarias de oposición protestaron en tribuna por los recortes a estados y municipios, universidades públicas, ciencia y tecnología, campo, medio ambiente, cultura, por la simple razón de que el dinero está direccionado claramente a los programas sociales que ha prometido el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Por principio habrá que decir que mal haría en no cumplir lo prometido, pero también las oposiciones tienen razón cuando se observa con claridad que se hace política con el dinero público. La pregunta es: ¿habrá alguien quien desde el gobierno no lo haya hecho?

¿Qué es lo que sigue de no recomponer la estrategia los diputados del Movimiento de Regeneración Nacional? En lo personal no creo que reconsideren su posición, porque les urge mantener la ruta de instauración de un nuevo régimen que va a trastocar la forma en que hemos concebido al quehacer gubernamental. Para decirlo mejor, ese cambio de régimen apunta indiscutiblemente hacia la instauración de una República Centralista que termine de una vez por todas con los vetustos vestigios del régimen surgido de la etapa conocida como La Revolución Mexicana.

Y tan va en serio el reordenamiento de esta sociedad que se nos volvió impasible ante las necesidades de las clases sociales más deprimidas, que en la presentación de la nueva política salarial la percepción mínima subirá el próximo año a los ciento dos pesos con sesenta y ocho centavos al día, lo que representa un incremento de casi quince pesos.

Aún así este incremento no es suficiente para sacar de la mendicidad a muchas familias, pero seguramente de forma alterna seguirán recibiendo beneficios de los llamados programas sociales.

Mientras esto sucede, los estados disminuyen en percepciones para la satisfacción de las necesidades elementales de los grupos sociales de los bajos estratos, y desde luego que esas carencias serán paliadas a través de los programas que instaurarán los súperdelegados.

Para decirlo más claro, la centralización de las decisiones será lo que permitirá al régimen encabezado por el Movimiento de Regeneración Nacional dar por terminada la estrategia de aniquilamiento de las oposiciones encabezadas por panistas y tricolores.

Y desde luego que la Suprema Corte de Justicia de la Nación no se salvará de la intromisión del Gobierno Federal que ya comenzó con la siembra de nuevos ministros a través de adeptos al proyecto de Andrés Manuel López Obrador.

Por lo pronto, en un acto de cinismo, Loretta Ortiz ha decidido renunciar a Morena para “evitar suspicacias”, como si ese solo hecho le otorgará la autoridad moral que debiera tener cualquier persona que se precie de ser “honesta” para determinar sanciones a conductas impropias.

Vaya con los enredos del poder.

Al tiempo.

Vladimir.galeana@capitalmedia.mx