Los impresentables sucesores de Mandela

 

Ayer Jacob Zuma presentó su dimisión como presidente del país


Después de haber recibido un ultimátum por parte de la dirigencia de su propio partido político el Congreso Nacional Africano y tras dirigir los destinos de Sudáfrica durante nueve años, ayer Jacob Zuma presentó su dimisión como presidente del país.

Su gestión rodeada de escándalos de corrupción y de extravagancias, como el hecho de practicar abiertamente la poligamia teniendo cinco esposas y permitiendo que ellas y sus familias se aprovecharan sin mesura alguna y a plena luz del día de recursos públicos es una muestra de que tristemente, ninguno de los sucesores de Nelson Mandela en lo que han sido los primeros 24 años de la débil democracia multirracial sudafricana ha estado a la altura de quien fuera el artífice del fin del apartheid en ese país del África austral.

Mandela era sencillamente de otra madera. Después de haber pasado 27 años privado de su libertad en la prisión de Robben island en Ciudad del Cabo y de haberse convertido en el primer presidente negro de su país dirigiéndolo entre 1994 y 1999, Mandela decidió dar un paso al costado y retirarse a la vida privada dejando ver que nada estaba más lejos de su interés que eternizarse en el poder.

Tristemente, estas virtudes republicanas, incluida por supuesto la austeridad, no han caracterizado a sus sucesores.

Thabo Mbeki por ejemplo encabezó una administración en la que lo más destacado fue su empecinamiento en negar la existencia del VIH sida, sosteniendo que la enfermedad era simplemente un invento de las farmacéuticas occidentales para hacerse millonarias vendiendo medicamentos innecesarios a las pauperizadas naciones de África.

Por estos disparates y por muchas otras cosas más Mbeki terminaría renunciando a la presidencia en el 2008. A pesar de haber sido sus compañeros de lucha, la distancia que separa a Mbeki y Zuma de Mandela es la que separa a los políticos oportunistas de siempre de los auténticos estadistas.