Los Juegos del Hambre

La derrota ante Suecia calentó ánimos y caló profundo entre aficionados y prensa, ambos 'bandos' esperaban calificar primeros de grupo
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Distintos periodistas han ejercido opiniones: unos se decantaron por agradecer a Corea ‘por haber ayudado a México’, cosa que es francamente ridícula, y otros por aplaudir el cumplimiento del objetivo (el mismo desde 1994) disculpando el nulo funcionamiento colectivo, y la inoperancia de Juan Carlos Osorio.

La derrota ante Suecia calentó ánimos y caló profundo entre aficionados y prensa, ambos ‘bandos’ esperaban calificar primeros de grupo. Al no conseguirse, la palabra ‘mediocridad’ apareció una y otra vez junto a los fantasmas del ‘ya merito’. A tal grado llegamos, que las redes sociales fueron el medio por el cual ‘Don’ Rafael Márquez Álvarez, ‘El cinco copas’, ‘El Káiser’, el ganador, el del liderazgo, el que aprendió los más sublimes valores de La Masía culé dio cátedra de todo lo que un capitán no debe hacer: faltarle al respeto a la afición.

Su mensaje, lejos de unir, lo único que generó fue prender la mecha y dejarla lista para arder en caso de que este lunes la Selección Mexicana fracase en su intento por alcanzar el quinto partido, o como les gusta decir en el seno Tricolor, no se cumpla el objetivo. Pasamos del “imaginemos cosas chingonas” al “los mediocres que no han logrado nada en la vida” en tres partidos, pero peor ha resultado ver a representantes de los medios pedir apoyo para el Tri porque ‘lo necesitan’.

No, señores, no. La prensa, desde tiempos remotos, existe para ser contrapeso y señalar lo que está mal, lo que no debe ser asumido como verdad absoluta. ¿Que México hizo una buena primera fase con 6 pts? Es verdad y no se le quita mérito. ¿Pudo ser mejor? Por supuesto, y hay que decirlo.¿Que el entrenador no supo qué hacer? Se dice con todas sus letras porque el resultado habla por sí solo, y decirlo no los hace apátridas o enemigos.

No pasamos porque Corea ganó, México hizo lo suyo antes, pero había que tener humildad para reconocer que cuando se deja el futuro en manos de otros, estamos siendo irresponsables con nuestros objetivos; pero ni el capitán Andrés Guardado ni mucho menos la vasta experiencia de Rafael Márquez aparecieron. No es una guerra y no somos enemigos. Los futbolistas mexicanos necesitan crecer, dejar de culpar a la prensa y a sus críticos de sus desgracias, y los medios dejar de solapar como si su trabajo fuera ser porristas para que los futbolistas ‘no se enojen’.

Si yo cambio, todo cambia; basta de imaginar ‘cosas chingonas’, hagamos cosas chingonas para lograr algo en la vida.

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