Los tránsfugas de la corrupción

 

Ese flagelo llamado corrupción se ha enquistado en todos los estratos de la sociedad


Muchos de los que nos han gobernado en los últimos años han hecho de todo para que los mexicanos comencemos a sentir asco de lo que ahora significa el término política. Y no es que tengamos que hurgar mucho en la memoria colectiva para darnos cuenta de la gravedad del problema, simplemente hay que revisar lo que reseñan los medios de comunicación de forma habitual y podremos encontrar el origen de todos nuestros males. Esa maldita corrupción a la que se han acostumbrado los integrantes de la clase dirigente de todas las etapas de la historia mexicana es el principal motivo de nuestra lamentable circunstancia.

Pero también debemos aceptar que el problema no se puede circunscribir a quienes nos gobiernan, pues ese flagelo llamado corrupción se ha enquistado en todos los estratos de la sociedad, en la mayor parte de los lugares donde se toman las decisiones, y principalmente en las oficinas de Gobierno. Hay que aclarar que la culpa no es tan sólo de los corruptos, porque a pesar de que la opinión pública relata muchos episodios lamentables, seguimos votando a los mismos hombres y mujeres.

Un caso especial es el de Hilario Ramírez Villanueva, mejor conocido como “Layín”, quien ha confesado que ha “robado poquito” como él llama a su vocación corrupta, y pese a ello ahora compite por la gubernatura de Nayarit. Dolores Padierna acusa, grita, defenestra, adjetiva y epiteta con mucha facilidad a sus adversarios políticos llamándolos corruptos, pero nada dice de sus orígenes como “cobradora” de Guillermina Sánchez Rico, la lideresa de ambulantes que hace 30 años controlaba todo el perímetro del Centro Histórico en la Ciudad de México, y ahora posee un cuasipalacio en la colonia Álamos.

Javier Duarte de Ochoa exgobernador de Veracruz es prófugo de la justicia, también hace 10 años se fugó el exmandatario de Tamaulipas, Tomas Yarrington, Rodrigo Medina de Nuevo León pisó la cárcel y salió por complicidades con un juez, Guillermo Padrés sigue preso, pero ahora César Duarte, a quien tantas veces reseñe por haberse robado un banco, decidió huir para evitar la justicia y seguramente se dirá perseguido.

Roberto Borge Angulo hurtó más de 12 mil millones de pesos y además vendió el patrimonio turístico de los quintanarroenses a sus amigos a precio regalado, o sea 96 mil hectáreas enajenadas a sus cómplices, pero vive cómodamente en Miami en un departamento que costó cien millones de pesos. El problema es que quien persigue a los ladrones son los gobiernos estatales, porque en el Gobierno Federal han hecho oídos sordos pese a todas las evidencias presentadas por la Auditoría Superior de la Federación, que para desgracia de los mexicanos no cuenta con instrumentos para perseguir. ¿Hasta cuándo el fiscal anticorrupción? Ojalá no escojan un cómplice a modo. Al tiempo.