Maniobras en la oscuridad

 

Las elecciones se conformado sobre un modelo que el sistema ya tiene que romper


Las campañas electorales que deciden este tiempo son de claridades extensas como las que producen las redes sociales, y son de gritos, amenazas y desahogos colectivos como las que permiten las nuevas técnicas de comunicación.

Así se desarrollan entre lo oscurito y la claridad, entre lo público y lo privado, donde no sólo importa lo discreto, sino también lo secreto.

En ese sentido, las elecciones en nuestro país se han ido conformando sobre un modelo que el sistema ya tiene que romper. Si observamos las tendencias, la preferencia electoral está dividida en tres, lo cual quiere decir que el próximo presidente de la República no podrá tener un respaldo superior a 33 por ciento del total de los votos. Difícil está esa situación no sólo porque la caballada está flaca, sino porque pueden suceder dos cosas.

Se puede seguir deteriorando el sistema por el mantenimiento del statu quo de todos los paniaguados a quienes mantenemos y sólo nos engañan, nos roban y hasta permiten que nos desaparezcan y asesinen.

O podríamos llegar al fenómeno en el que alguna de las fuerzas del poder rompa con esa división entre tres que se ha producido en nuestra sociedad. Respeto a los encuestadores, me consta su seriedad.

Sin embargo, no respeto mucho a los encuestados, entre los cuales me encuentro, no sólo porque yo también – debo confesar– le mentí al encuestador en algún momento, sino porque además las situaciones que hemos vivido en política me hacen desconfiar de las encuestas.

Pero lo que sí creo, es que hay indicadores del humor social. Y sí creo que hay datos que permiten saber más allá de toda razón o encuesta, quién puede ganar.

¿Tendremos a partir del 4 de junio un posible presidente? No, pero el trabajo se habrá aclarado bastante, entre otras cosas porque la campaña más cara de la historia, la del Estado de México, va a imponer acuerdos políticos que seguramente limitarán la trampa de los tercios en el electorado, a fin de que se pueda inclinar en un resultado tan clave como el que se juega en ese estado.

Mientras tanto, no hay que equivocarse, éste no sólo es un juego del acarreo, de la despensa, del hambre de nuestro pueblo o de la compra de la voluntad democrática, sino que además es un instinto de supervivencia de una clase política. Donde el sistema se ha degenerado en una feria de chantajes que pone en peligro el aprecio y el respeto por los políticos y los partidos.

Escrito está que vamos a ver muchos matrimonios contra natura, y no son sólo los que se podían hacer entre los azules y los amarillos, sino también los que se pueden producir entre lo que queda del naufragio priista y la fuerza emergente que a fin de cuentas tiene su origen en el PRI más puro