Meade-Alazraky, göbbelianos

 

No cabe duda que la dupla José Antonio Meade y su propagandista Carlos Alazraki tomaron la senda göbbeliana en el caso de la excomandante de la Policía Comunitaria de Olinalá, Guerrero, Nestora Salgado


La frase más conocida del jefe de la propaganda hitleriana, Joseph Göbbels, es aquella de que “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Menos citados son sus 11 principios, como el de la simplificación y del enemigo único: “adoptar una única idea, un único símbolo; individualizar al adversario en un único enemigo”.

Principio de la exageración y desfiguración: “convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave”. Principio de orquestación: “la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentadas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto”. Principio de transfusión: “la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales; se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas”.

Es decir: el prejuicio, la creación artificial de amenazas, la apelación a los sentimientos más primarios, los odios ancestrales, las mentiras como ideas únicas repetidas desde diversos ángulos en todo momento, el enemigo único a costa de orquestar los embates de manera inagotable, no importa si la verdad siempre brilla por su ausencia.

No cabe duda que la dupla José Antonio Meade y su propagandista Carlos Alazraki tomaron la senda göbbeliana en el caso de la excomandante de la Policía Comunitaria de Olinalá, Guerrero, Nestora Salgado, sustituyendo en el imaginario popular las aprehensiones permitidas en la ley 701 por la palabra “secuestro”; posibles fianzas o multas en sus centros de reeducación y trabajo comunitario por “exigencias de rescate”; transformando falsamente, a través de dichos propagandísticos, lo que son acciones de una autoridad con la ley en la mano, en acusaciones por comisión de delitos; acusar a destiempo, aunque los jueces hayan declarado a Nestora inocente de todas las imputaciones.

Otro principio de Göbbels, el método de contagio: “diversos adversarios en una sola categoría o individuo; los adversarios han de constituirse en suma individualizada”. Tal vez por eso Meade junta en su discurso a Nestora con Napoleón Gómez Urrutia, líder de los mineros, ambos candidatos de la coalición Juntos Haremos Historia al Senado. Jura que no tiene “ningún problema personal” contra Nestora o Napoleón, sino contra el aspirante Andrés Manuel López Obrador, quien quiere hacerlos senadores. Luego insiste en criminalizar a ambos: Salgado “violentó a su comunidad” y Gómez Urrutia “le robó a los mineros”.

En Querétaro repitió: “los criminales” deben ir a la cárcel y no al Congreso de la Unión.

Alazraki no es un improvisado en campañas de odio y en descalificaciones. En enero de 2013 publicó una carta llena de injurias a la que nombró “despreciable secuestradora” Florence Cassez, luego de su liberación ordenada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La llamó “rata asquerosa”, “basura”, “porquería”, “hiena”, “malviviente”, “cerda”, entre otras lindezas.

Es sugerente el encabezado que la revista Expansión número 1213 colocó el año pasado a la entrevista con el dueño de 6 empresas de marketing y publicidad y sus hijos: “cría cuervos y reinvéntate: la lección de los Alazraki”.

Antes Alazraki asesoró a los priistas Ernesto Zedillo, Roberto Madrazo, Arturo Montiel. Que la gente conozca a Meade, que lo haga suyo y se quede con sus frases, se dice que es el propósito. A costa de lo que sea.